OPINIÓN
A Trump le gusta el Monopoly
No hay nada como adueñarse de los recursos naturales más apetecibles del planeta para terminar de hacerse autosuficiente en todo
En paralelo a la guerra de los aranceles, que nos va a dar más de un disgusto y sabe Dios como va a terminar, el presidente Trump también está en eso del negocio de bienes raíces a gran escala. Proteccionismo a ultranza y extensión del ... territorio norteamericano a golpe de dólar. No hay nada como adueñarse de los recursos naturales más apetecibles del planeta para terminar de hacerse autosuficiente en todo. Así que nuestro histriónico protagonista ha puesto sus ojos de lince empresarial en Groenlandia que, aparte de mucho hielo, es uno de los depósitos más importantes de tierras raras del mundo, esas que son tan importantes para producir baterías y tantas cosas imprescindibles hoy en día, además de tener cobre, litio, níquel, cobalto, diamantes, etc. etc. etc. Vamos, una finquita de lo más apetecible. El hecho de que esa enorme extensión de hielo forme parte de la Unión Europea como territorio danés no es algo que a Donald Trump parezca preocuparle mucho. El presidente-magnate posiblemente se haya enterado en su campo de golf, entre swing y swing, que eso de comprar territorios interesantes no es nada nuevo para su país. Napoleón le vendió la Luisiana a Jefferson por unos 15 millones de dólares. Más barata les salió la compra de Alaska. Parece que solo fueron unos 7,2 millones de la época los que tuvieron que pagar los americanos al zar Alejandro II. Aunque negocio, lo que se dice un auténtico buen negocio, el que hicieron con nosotros. Tras el tratado de Adams-Onís Fernando VII les vendió Florida por 5 millones de dólares, un dinero que nunca nos pagaron. Por supuesto que ahora las cosas son distintas y no podemos imaginar al gobierno danés negociando el precio de Groenlandia. Pero las estrategias empresariales también han cambiado. Parece ser que el presidente americano ha empezado sus actuaciones de tanteo prometiendo directamente 10.000 dólares, cantidad que podría subir, a cada uno de los 56.000 ciudadanos groenlandeses. Así que ya veremos cómo acaba la película.