opinión
El Mundial
«El mundo del futbol no se merece eso y esperemos que, de verdad, se depuren responsabilidades a todos los niveles»
Si hay algo que traspasa fronteras, levanta pasiones, lleva al éxtasis a millones de personas o, por el contrario, hace correr ríos de lágrimas, eso es el futbol. Nosotros experimentamos la exultante alegría con la selección española en el Mundial de Sudáfrica, e incluso hoy ... en día todo turista español que pasa por Johannesburgo hace parada obligada en el Soccer City, y eso que ha llovido desde entonces. Y si los españoles, aficionados o no, vibramos con Iniesta y su gol, los argentinos lo hacen ahora, 12 años después, con Messi elevado a los altares y disputándole el aura de santidad al propio Maradona.
Treinta y seis años han tenido que esperar los argentinos para llevarse otro Mundial; ojalá nosotros no tengamos que esperar tanto. No sé qué tiene el futbol que hasta la Liga de los Estados Árabes, cuyo nombre no debe confundirnos porque poco tiene que ver, que se sepa, con los encuentros deportivos, califica de héroes a los jugadores de la selección marroquí. Y no digamos los duelos nacionales que se han ido sucediendo conforme los respectivos equipos tenían que volverse a casa. El último en Francia tras la final de infarto del domingo; menos mal que las fiestas navideñas están cerca para aliviar tamaño disgusto. En España ya estamos casi terminando de digerirlo, mientras que en Argentina la fiesta continúa.
El domingo pasado la multitud vibró en Buenos Aires, en Rosario, en Corrientes o en Tucumán, pero, como el mundo es un pañuelo, también en Madrid, en Sevilla o en Barcelona y seguro que, aunque con más disimulo, en Paris. Así que felicitaciones a todos los argentinos, que son muchos, que han adoptado nuestra ciudad para vivir. Al resto de los gaditanos, también felicitarles porque, al fin y al cabo, ha ganado una selección que habla español. A ver si la próxima final, en un Mundial compartido entre México, Estados Unidos y Canadá, se hace en el estadio Azteca y enfrenta a España y Argentina. Lo que me sigue pareciendo incomprensible es la elección de Catar como sede del Mundial por parte de la FIFA.
Escuchar hablar al emir qatarí, secundado por Infantino, de «celebrar la diversidad» resulta chocante y sorprendente. Aunque para raro el hecho de que haya tenido que transcurrir más de una década, la elección de la sede se hizo en 2010, para que el Parlamento Europeo se pronuncie sobre el daño hecho al futbol por esa designación y se pida investigar la muerte de miles de trabajadores durante los preparativos para la celebración deportiva. A nadie, al parecer, le llamaba la atención la defensa a ultranza del emirato por parte de toda una vicepresidenta de la Eurocámara. Ya sabemos que la ahora muy conocida, muy socialista y muy rica Eva Kaili insistía en que el país con mayor renta per cápita del planeta era puntero en derechos laborales.
El mundo del futbol no se merece eso y esperemos que, de verdad, se depuren responsabilidades a todos los niveles, para que los aficionados, y los que no lo son, puedan seguir disfrutando, llorando y riendo, con sus selecciones, como ahora lo hacen los argentinos. Ha sido también un joven argentino el que se ha hecho viral llamando la atención sobre el silencio acerca de la condena a muerte a un futbolista en Irán. Bravo por él y suspenso para la FIFA.