OPINIÓN
Medicina, profesión de riesgo
Cada 10 horas, un médico es agredido en nuestro país, y las perspectivas para el 2025 no son precisamente alentadoras
Ser médico es una profesión de riesgo y no precisamente porque priorizan al enfermo sobre su propia salud, que también. De hecho, fueron 112 los médicos fallecidos en nuestro país al contagiarse de covid mientras trabajaban. Un triste récord que refleja la profesionalidad, el sacrificio ... y la vocación de nuestros facultativos. Pero no es por ello por lo que la Medicina es hoy día una profesión de riesgo. Ahora las razones son las jornadas interminables sumando guardias a la jornada ordinaria, la presión asistencial con unas demandas que superan con mucho los recursos de los que se dispone, sobre todo en atención primaria, el desprecio hacia el ejercicio médico que refleja el Estatuto Marco que ha elaborado el Ministerio y, olvidados ya los aplausos en los balcones, las agresiones de las que son objeto. El Consejo General de Colegios Médicos de España acaba de publicar los datos correspondientes al 2024, un año en el que se han superado todas las cifras. De hecho, cada 10 horas, un médico es agredido en nuestro país, y las perspectivas para el 2025 no son precisamente alentadoras como bien reflejan las cifras con las que trabaja el Observatorio contra las agresiones del Colegio de Cádiz. El perfil mayoritario es el de una médica (el 62,40% de facultativos agredidos) de Atención Primaria (47,7% de los casos), aunque el incremento de las agresiones se observa en todos los sectores, hospitalarios, en urgencias, y tanto en la pública como en la privada. Muchas de estas agresiones, además de amenazas, insultos o vejaciones, fueron lesiones físicas y, sin embargo, de todas las agresiones comunicadas a los Colegios de Médicos, solo el 43,5% fueron denunciadas ante la justicia. En el caso de Cádiz el número de agresiones en el 2024 subió un 12% sobre el año anterior y somos la segunda provincia andaluza, tras Málaga, con el mayor número de ataques a médicos, otro desesperanzador y triste récord. Unas agresiones que se dirigen a lo mejor que tiene el sistema, sus facultativos.