Martes de Carnaval
La Real Academia Española define el carnaval como «los tres días que preceden al comienzo de la Cuaresma», una definición a todas luces obsoleta en lo que a Cádiz se refiere
En la final del Falla nuestras autoridades tuvieron un guiño con el Congreso de la Lengua y tuvimos la oportunidad de ver, en las fotos de prensa, como el palco municipal era ocupado por Kichi de la Vega y por las palabras de gaditanos ilustres ... que adornaban el disfraz de la concejala. Tras un intenso fin de semana carnavalesco, en el que sobraron las toneladas de basura y, sobre todo, los actos vandálicos de los que siempre dan la nota, llegamos al martes de carnaval. Pero, aunque esta tarde quememos al dios Momo, la fiesta continúa; porque el carnaval, como la lengua, es algo vivo. La Real Academia Española define el carnaval como «los tres días que preceden al comienzo de la Cuaresma», una definición a todas luces obsoleta en lo que a Cádiz se refiere. El carnaval empezó aquí mucho antes del sábado. Dice también la RAE que el término procede del italiano carnevale, haplología de «carnelevare» o, lo que es lo mismo, despedirse por todo lo alto de la carne ante el inminente ayuno cuaresmal. Ya lo decía Juan de la Encina: «Hoy comamos y bebamos y cantemos y holguemos que mañana ayunaremos». También Calderón de la Barca: «¡Oh loco tiempo de carnestolendas, diluvio universal de las meriendas, feria de casadilla y roscones, vida breve de pavos y capones…» Es por ello por lo que, en Cádiz, donde no están las cosas para muchos dispendios, hemos tenido las populares y gratuitas pestiñada, mejillonada, erizada, ostionada, gambada, panizada y tortillada de camarones, sin olvidar la gran berza carnavalesca, el frito popular gaditano, la degustación de migas o la lluvia de coplas y papas aliñás. Poco hueco ha quedado para la carne. Y es que la carne se ha puesto por las nubes, igual que le pasa al pescado, sustituto tradicional de aquella en tiempos cuaresmales. Parece que, en esto del ayuno y tal como están las cosas, Doña Cuaresma le ha ganado por la mano a Don Carnal. Ha sido en lo único. Ya vimos el sábado, en el pregón de don Joaquín Quiñones, como los tradicionales acérrimos enemigos llegaban a una especie de acto de reconciliación en el que Don Carnal lograba adelantar posiciones. Así que, como los carnavales evolucionan como lo hace el lenguaje, se ha optado por la segunda acepción que, de las celebraciones, se indica en el Diccionario de la RAE: «fiesta popular que se celebra en carnaval, y consiste en mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos bulliciosos». Como vemos, en esta última definición, no aparecen fechas ni plazos. Por consiguiente, aunque esta noche, el dios Momo, aun a oscuras, sea pasto de las llamas, el carnaval continúa. Don Carnal, ha conseguido incluso dar un pasito más en sus posturas reivindicativas, en lo que a la duración de los festejos se refiere, que tampoco terminarán el domingo 26 cuando se queme a la embellecida bruja Piti en San Antonio. De esta manera, y dejando aparte el carnaval de los jartibles, ahora carnaval chiquito, que es otra cosa, los oficiales de verdad se van a extender hasta el Día de Andalucía, con sus batallas de coros, con las carpas en la Renfe, Santa Catalina y en el Baluarte de la Candelaria e, imagino, que con el carnaval en la calle. Eso sí, controlando lo del tradicional y cuaresmal ayuno que no están los bolsillos para otra cosa.