Opinión
De imagen y redes
Con las uvas, las pasas o con lo que cada uno reciba al nuevo año al ritmo de las campanadas, solemos hacer propósitos de enmienda
Con las uvas, las pasas o con lo que cada uno reciba al nuevo año al ritmo de las campanadas, solemos hacer propósitos de enmienda sobre todo lo que hemos hecho mal, o directamente no hemos hecho, durante los 12 meses anteriores.
Desde dejar de ... fumar, esta vez definitivamente, hasta hacer deporte o perder todos esos kilos que nos sobran y que, peligrosamente, se han acumulado en las últimas semanas. Después viene la cruda realidad, la toma de conciencia de que para todo ello es necesario hacer un esfuerzo y desarrollar un mínimo de disciplina, cuestiones ambas, esfuerzo y disciplina, que se cree ahora estaban excesivamente sobrevaloradas hace algún tiempo. Así que no son pocos los que desisten o los que buscan atajos para lograr sus objetivos. Esto último es lo que está pasando con el propósito de mejorar nuestra imagen eliminando toda la grasa que sobra. Como lo de hacer ejercicio y seguir una dieta sana y equilibrada resulta demasiado sacrificado, muchos han decidido que lo más fácil sería ir directamente a la farmacia para comprar la imagen deseada. Si consultan con cualquier farmacéutico gaditano comprobarán que ya hay problemas de desabastecimiento de un determinado fármaco.
Esta vez la culpa no la tienen los chinos, los costes desmesurado del transporte ni los oscuros tejemanejes de la empresa farmacéutica. Esta vez es un mensaje viral de una red social, de esas que tanta influencia tienen en moldear nuestra imagen, que promociona el uso de un medicamento para perder peso. Se trata de un fármaco indicado en un determinado tipo de diabetes que disminuye el nivel de azúcar en sangre cuando la glucemia está muy elevada, que puede ayudar a prevenir una enfermedad cardíaca, que requiere continuar con la dieta y el ejercicio indicado por el médico y que, como todos los fármacos, tiene también sus efectos secundarios o indeseables.
La cosa está de tal manera que ya la Agencia Española del Medicamento ha tenido que lanzar una alerta y hacer recomendaciones para tratar de evitar y poder paliar los problemas con el suministro de esos medicamentos. Pero aquí la AEMPS, y cualquier agencia sanitaria, tiene unos serios competidores en los mensajes de las redes sociales con aquellos 'influencers' autoconvertidos en modelos de lo que debería ser nuestra imagen; los miles de seguidores y, sobre todo, los millones que con ello ganan algunos es buena prueba de su poderío. Y es que la tiranía de la imagen se ha adueñado de los principales medios de comunicación social.
Obviamente, lo de intentar ofrecer una imagen favorecedora forma parte de la historia de la humanidad; hasta Suetonio, el biógrafo de los césares, nos cuenta que lo de la corona de laurel en las imágenes de Julio César era simplemente para ocultar la calvicie. Pero los romanos solo tenían para ello monedas y estatuas; ahora tenemos Instagram, además de un montón de creadores de imágenes y marcadores de tendencias, un grupo bastante heterogéneo por cierto ya que se dirigen a todo tipo de 'tribus'.
Y, sobre todo, tenemos la idea de que absolutamente todo, incluida la propia imagen, es posible sin necesidad de esfuerzo alguno y cueste lo que cueste, en una era en la que, definitivamente, se constata que una imagen vale más que mil palabras.