Opinión
Hispanidad y leyenda negra
El conocer los ascendientes o el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón no es un tema fundamental
A la espera de que se publiquen los datos científicos que expliquen si los restos del sepulcro sevillano pertenecen a un aventurero portugués, a un navegante genovés o a un tejedor judío valenciano, lo que parece totalmente descartado es que el descubridor fuera, como afirma ... el Círculo Catalán de Historia, primo de algún gerifalte de la Generalitat de la época o que emprendiese su viaje, no desde Huelva, sino desde el Ampurdán. El conocer los ascendientes o el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón no es un tema fundamental. Colón es, al fin y al cabo, una figura universal y, por otro lado, todos tenemos una tataratatarabuela en común que, al parecer, vivía allá por lo que hoy es Kenia. Aunque se demuestre que Colón era de Valencia, ciudad por cierto de origen romano, los italianos de América van a seguir celebrando su Columbus Day por las calles neoyorquinas. Porque más que su origen importa su gesta, el propio descubrimiento para el mundo de un nuevo continente, por mucho que antes recalasen por allá los vikingos, y lo que ello significó, el inicio del mayor de los mestizajes de los últimos siglos. Un día antes de la fiesta italiana, la 5ª avenida de Nueva York ha sido, como todos los años, el escenario del multitudinario desfile de la Hispanidad que tradicionalmente, y en torno al 12 de octubre, cierra el mes de la Herencia Hispana. Un desfile, siempre encabezado por las representaciones españolas, que reafirma el orgullo por sus raíces de todos los países hispanos unidos por la misma lengua, el español. Unas raíces que son mestizas. Ahora que está de moda el denostar el descubrimiento y la conquista, no está de más recordar aquello que decía el poeta y ensayista cubano, Roberto Fernández Retamar: «¿A santo de qué los inficionados por la Leyenda Negra van a venir a decirnos que los errores y los horrores de la conquista española deben hacernos olvidar que esa es también una herencia nuestra, o hacernos avergonzar de ella? ¿Acaso no admiramos, pese a la historia del colonialismo y del imperialismo, la obra de Shakespeare? La verdad es que nos llena de orgullo saber que aquella España también es nuestra, y que prescindir de ella no nos enriquecería, solo nos empobrecería lamentablemente». Claro que hubo horrores en la conquista española; como los hubo en las romanas, en las árabes, en las de los aztecas sobre sus vecinos mesoamericanos o en las belgas y en las anglosajonas.
El nada sospechoso y gran historiador mexicano, Miguel León Portilla, que tanto escribió sobre la visión de los vencidos, afirmaba hace algunos años que la historia está llena de conquistas, Alejandro, César, los antiguos señores indígenas de México, Perú… Añadía, allá por el 2016, que «afortunadamente el tema de la Conquista se contempla hoy en México con mayor serenidad». Qué pena que a López Obrador y a su sucesora Claudia no les dé por leer a su historiador más universal. Una Leyenda Negra que nació en los siglos XVI y XVII por los intereses políticos y económicos de potencias extranjeras pero que se ha mantenido gracias a que la compramos, y seguimos extendiendo, los propios españoles. Afortunadamente, son ya muchas las voces autorizadas hispanoamericanas y españolas las que están poniendo las cosas en su lugar.