OPINIÓN
Gaditas de Gadir
Lo que realmente está mal, y seguro que nuestros tatarabuelos fenicios no hubiesen tolerado de ninguna de las maneras, son los actos vandálicos a los que se han lanzado algunos de sus descendientes
Cuenta Estrabón en su Geografía que un oráculo ordenó a los tirios fundar un establecimiento allá por las Columnas de Hércules y que, durante la tercera de sus expediciones, esos fenicios de Tiro erigieron Gadir, alzando el santuario en la parte oriental de la isla ... y construyendo la ciudad en la occidental. Todo ello ocurriría después de la guerra de Troya lo que da pie a algunos franceses a situar el romance de Ulises y la ninfa Calipso en la isla de Perejil algo que, como decía José Pedro Pérez Llorca, sería un despropósito estando Cádiz tan cerquita. Los fenicios llegaron con sus marineros «caballos», sus mercantes y galeras y lo hicieron para quedarse lo que, a la larga, no hizo demasiada gracia a los aborígenes tartesios que terminaron por hacer la guerra a la ya fenicia Gadir. Y es que esto de los visitantes, por una u otra razón, siempre termina dando problemas. De cualquier forma, somos lo que somos gracias en gran parte a nuestros ancestros fenicios, así que la magnífica iniciativa del ayuntamiento de celebrar anualmente los momentos estelares de nuestra historia tenía, necesariamente, que empezar con ellos. Como siempre las críticas en las redes no han tardado en llegar; la primera sobre el cortejo tan deslucido por el viento tras el desembarco en la Caleta, crítica con la que nuestros antepasados se hubieran quedado ojipláticos porque que sería Gadir sin temporal de Levante. Después, con la coincidencia del paso de la Santa Cena con el espectáculo del canal fenicio en la Catedral, otra crítica también incomprensible siendo como somos los gaditanos que hasta, si se tercia, celebramos el carnaval tanto en febrero como en agosto. Lo que realmente está mal, y seguro que nuestros tatarabuelos fenicios no hubiesen tolerado de ninguna de las maneras, son los actos vandálicos a los que se han lanzado algunos de sus descendientes; recordemos que ellos no se andaban con chiquitas y que, si había que llamar a Moloch Baal, se le llamaba. Al margen de todo ello, la programación está sirviendo para conocer un poco más de nuestra historia. La exposición en el castillo de Santa Catalina nos enseña todas las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo con una muestra de los hallazgos fenicios, mientras que, de paso, los que somos de Cádiz Cádiz podemos comprobar si nuestras casas caen por Erytheia o por la parte cercana de Kotinoussa; los beduinos no cuentan, que esa moda de salirse a vivir fuera de las murallas es mucho más moderna. El cartel y las esculturas efímeras en San Antonio, el Falla, San Juan de Dios o Entre Catedrales nos muestran cómo eran, vivían o morían nuestros antepasados sin la molestia de tener que desplazarse al Museo Arqueológico Nacional para conocer al sacerdote de Cádiz, o al de la Plaza Mina para admirar los sarcófagos antropoides. A ver si la muestra nos anima a visitar más a menudo este último que, al fin y al cabo, nos coge a mano. O el yacimiento Gadir para visitar a Mattan, tío Valentín para los de aquí, o el puerto gaditano en la cueva del Pájaro Azul o el camino arqueológico del parque de Erytheia. Esperemos que toda la programación sirva de acicate para todo ello, porque cuanto más y mejor conozcamos nuestra historia más orgullosos nos podremos sentir de ella.
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