OPINIÓN

Las fiestas con IA

Ahora resulta que viene la Inteligencia Artificial a darnos trabajo, complicarnos la vida y a ocuparnos un tiempo precioso del que apenas disponemos

Felicidad Rodríguez

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Queda poco para que termine el año, uno que figurará para siempre en las páginas negras de nuestra historia por las terribles consecuencias de las inundaciones en Valencia. Las campanadas están a la vuelta de la esquina, deseando todos que el año que viene arregle ... algo del desaguisado del que termina. Ya tenemos encima el puente de la Constitución y, a partir de ahí, las inauguraciones de los alumbrados, el montaje de mercadillos, la puesta a punto de las pistas de hielo y toda la parafernalia previa a las fiestas. La vorágine de las compras que nunca terminan; siempre hay algún olvido que subsanar la víspera de Reyes. Y, por supuesto, las múltiples comidas familiares, de amigos, de empresas… Alguien tendría que pensar en que un buen regalo de Reyes sería darnos una semanita de descanso y de recuperación de fuerzas a partir del 7 de enero. Hace muchos años teníamos también que reservar algunos días para escribir las felicitaciones navideñas. Era necesario comprar las tarjetas, pensar un poquito en el mensaje personal para cada destinatario, poner los sellos, meterlas en el buzón de correos y esperar que llegasen a tiempo. La llegada de la tecnología vino a liberarnos de semejante trabajazo. Primero, el correo electrónico. Una simple selección de una postal con mensaje, navideño o no, un repaso a la libreta de direcciones y, con un simple «intro», todo el mundo felicitado. Luego, con el whatsapp y resto de redes sociales, ni siquiera la molestia de tener que abrir el ordenador. Y ahora resulta que viene la Inteligencia Artificial a darnos trabajo, complicarnos la vida y a ocuparnos un tiempo precioso del que apenas disponemos. Porque, aunque se supone que la IA viene a ayudarnos en todo lo imaginable, por el momento, y hasta que no la tengamos mentalmente incorporada, mucho me temo que su uso nos va a ocupar más tiempo del que imaginábamos durante las próximas fiestas. Hasta ahora el pensar y repensar que le podríamos regalar a cualquiera de nuestros familiares solo nos quitaba un rato de sueño metidos en la cama o, en cualquier caso, perder algunas horas paseando y viendo escaparates; ahora es obligatorio consultar con el chatgpt y, claro, hay que darle todos los datos necesarios para que nos diga exactamente lo que debemos regalar. Así que, por cada potencial destinatario de regalo, habrá que indicar edad, sexo, personalidad, aficiones… y como, posiblemente, nos equivocaremos al plantear los prompts adecuados, al final la lista de posibles regalos que la IA nos ofrezca será prácticamente la misma en la que habíamos pensado durante nuestras horas de insomnio en la cama. Pero ¿quién se resiste a no consultar al chatgpt? Lo mismo ocurre con las felicitaciones. Con la IA ya disponible es impresentable el colgar simplemente una foto navideña en una red social o lanzar un mensaje múltiple por la mensajería instantánea. Ahora hay que currárselo. Ya hay todo un abanico de generadores de texto e imagen por IA, lo que nos obliga a personalizar las felicitaciones. ¿Cómo resistirse a no enviar un vídeo navideño de nosotros mismos hablando en finlandés a ese amigo de Helsinki al que hace tanto que no vemos? Con todo, donde se ponga un sincero abrazo lleno de buenos deseos que se quite todo lo demás.

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