OPINIÓN

Un 2024 sin cambios, pero con prisas

Parece, sin embargo, que el calendario del 2024 va en modo acelerado y eso que, al ser bisiesto, tenemos un día de más

Felicidad Rodríguez

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Si algo tiene la ceremonia de las uvas es que nos regala la ilusoria sensación de que con ella hacemos borrón y cuenta nueva. Algo es algo; al menos, nos ayuda con un extra de energía a afrontar las mismas cuestiones que nos preocupaban antes ... de que el reloj de la Puerta del Sol diese las doce campanadas. Parece, sin embargo, que el calendario del 2024 va en modo acelerado y eso que, al ser bisiesto, tenemos un día de más. Hasta el carnaval, sin darnos tiempo a recuperarnos de las fiestas navideñas, tiene hoy su pistoletazo de salida en el Falla. El mundo, desgraciadamente, también ha estrenado el año de forma rápida y con nuevos protagonistas. Al sunita Estado Islámico le ha faltado tiempo para atacar al chiita Irán, valedor a su vez del también sunita Hamás, en un atentado con las mismas pautas terroristas que Hamás utilizó en el ataque a Israel. Y, de paso, llamando a matar judíos y cristianos en Europa y por todo el mundo. Así que, sin solución de continuidad, seguiremos asistiendo al mismo horror solo que incrementado. También le ha faltado tiempo a Putin, tras acudir a la misa del gallo de la navidad ortodoxa del 7 de enero en la moscovita Catedral de la Anunciación, para desplegar otra gran ofensiva por toda Ucrania. Y la guerra ya va para dos años. Por aquí, nuestras preocupaciones, aun tratándose de cuestiones muy importantes, son, afortunadamente de otra naturaleza. Por un lado, las cotidianas, esas en las que, con toda seguridad, hemos pensado conforme tomábamos las uvas. Y, por supuesto, las que nos afectan a todos. Unas cuestiones, estas últimas, para las que el 2024 ha empezado también en modo acelerado. Sus Señorías, con el roscón de reyes a medio digerir, estrenan mañana el año con una sesión extraordinaria para el debate de totalidad de la Ley Orgánica de la amnistía y con la votación de varios Reales Decretos-Leyes. Se ha convertido en algo habitual eso de gobernar a base de Real Decreto-Ley en lugar de debatir lo que haya que debatir, y durante el tiempo necesario para hacerlo, en la sede de la soberanía nacional. Esta vez, aunque realmente ya pasaba lo mismo el año pasado, hay un actor principal que, aunque no haga uso de la tribuna parlamentaria, es quien decide que Decretos del gobierno siguen o no siguen adelante. El resultado del debate de la ley de amnistía ya lo tenemos claro. No ocurre lo mismo con el resto de iniciativas puesto que será Puigdemont el que, desde Bruselas, decidirá si se aprueban o no. Uno de ellos trata de las medidas para afrontar las consecuencias económicas y sociales de los «conflictos» en Ucrania y Oriente Próximo, y que incluye hasta las obras del carril bus de entrada a Barcelona. El que no le hace ni pizca de gracia al jefe de Junts es el que se necesita aprobar para que España pueda recibir los 10.000 millones de euros de los fondos europeos de recuperación. Y es que para ello es necesario que cualquier cuestión prejudicial que se presente ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, y hasta que este último resuelva, hace que los procedimientos judiciales aquí se paralicen o, lo que es lo mismo, que se pongan en suspenso la amnistía aun cuando el congreso apruebe la ley. En fin, como el año viene acelerado, nos enteraremos pronto.

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