TRAMPANTOJOS
Vuelven los bárbaros
Los turistas hacen cosas que no repetirán en sus países: hablar más alto o visitar en chanclas lugares de prestigio histórico
Una bolsa de basura en una papelera a pocos metros de una iglesia gótica, latas acumuladas en una fuente de mármoles renacentistas, pilas de papeles junto a unos azulejos históricos. No, no son las basuras autóctonas, la habitual mancha abstracta de desperdicios que forma parte ... de nuestro paisaje urbano por la desidia de nuestros paisanos. Ésta es basura ajena, la basura arrojada por viajeros de otros países.
La proliferación de apartamentos turísticos que se multiplica por el caserío histórico de Sevilla tiene un nuevo elemento perturbador: el 'despiste' de los viajeros cuando tiran la basura acumulada. Probablemente es que los propietarios no indican el lugar adecuado para dejar los desechos, pero esas bolsas dejadas al azar desvelan que no conocen cómo funciona la retirada de desperdicios. Por ejemplo, esas bolsas con desechos que se abandonan junto a la puerta de una casa nos hacen pensar en visitantes acostumbrados a otro proceso de recogida distinto de nuestro Lipasam.
Se ha definido a nuestra época como el tiempo del Antropoceno, la era en que la huella del hombre -es decir, su basura- se integró como parte del paisaje natural. Eso que ahora llaman la basuraleza. Rocas con incrustaciones de latas antiquísimas o cauces de ríos con agua multiquímica. Lo mismo ocurre en las ciudades. Los arqueólogos del futuro encontrarán la mugre de nuestros días impregnada en las piedras históricas.
Pero volviendo a los turistas, creo que en los último años se ha producido un cambio en los comportamientos sociogeográficos. Queda lejano el español acomplejado que viajaba al norte con la carga de tópicos que pesaba sobre la gente del Sur. Se identificaba al español con los que hablaban muy alto, no sabían inglés y dejaban un rastro de inmundicia por las calles. Como en la película 'Un franco, catorce pesetas' en la que unos emigrantes españoles tiraban papeles al suelo y una anciana se acercaba con discreción a recogerlos.
Ahora han cambiado las tornas. Veo a muchos turistas extranjeros que adoptan muchas actitudes que no practican en sus países. De pronto, hablan más alto, no usan fórmulas de cortesía, se desprenden de las camisetas y visitan en chanclas lugares de prestigio histórico. Parece que hicieran aquí todo lo que nunca volverán a repetir en sus vidas. ¿Recuerdan cómo dejaron la ciudad los hinchas de las competiciones internacionales de fútbol? Sevilla convertida en el mingitorio de Europa.
Y el juicio que ahora tiene lugar por el desastre ecológico de Aznalcóllar nos recuerda que hace 25 años una empresa sueca ensució con lodos tóxicos nuestro paisaje natural. Toda la basura contaminante que nunca arrojarían en sus hermosos campos. Como recordaba Kavafis «los bárbaros llegan hoy» y están por todas partes.
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