tribuna
Seis años de la muerte del policía local de La Línea, Víctor Sánchez: «EKO-110, ¿me recibe...?»
«Hoy ya sumamos seis años sin ti, Víctor, y sigue pareciéndome mentira que perdieras la vida haciendo lo que tantas veces habíamos hecho juntos desde hacía tantos años»
Nos divertíamos de lo lindo, en unión de unos pocos más (muy pocos más), ayudando a los buenos, a la par que castigábamos a los malos. Como norma general, todo ello sucedía sin que muchos de nuestros compañeros, jefes y políticos más próximos nos comprendiesen, respetasen y apreciaran por quitar de la circulación, a diario, ingentes cantidades de drogas de todo calado, traficantes de vidas, ladrones de todo, requisitoriados y otros malnacidos.
Lo pasábamos en grande, como niños mayores sueltos en un parque de atracciones. Es más, eso eran para nosotros, precisamente, las calles de nuestra demarcación municipal, que era toda la ciudad de La Línea de la Concepción entera.
La localidad era, por así decirlo, un gran parque temático policial que en casi cualquier esquina, calle, plaza, callejón o callejuela nos ofrecía, continuamente, supuestos prácticos reales de todos los colores, pelos, olores y grupos sanguíneos.
Dicen que era peligroso, mas yo sólo sentía fruición, pasión y entrega de la buena, de la que siembra y recoge tantos enemigos fuera como dentro de la comunidad profesional. Pero lo mejor es que, pese a lo antedicho y a los celosos y envidiosos patológicos, encima nos pagaban hasta bien. Eso sí, no voy a ocultarlo, a veces también nos pegaban, nos escupían y nos apedreaban. Muy a veces, la verdad sea dicha. ¡Sin eso, nada hubiese sido tan maravilloso!
Hoy ya sumamos seis años sin ti, Víctor, y sigue pareciéndome mentira que perdieras la vida haciendo lo que tantas veces habíamos hecho juntos desde hacía tantos años. 'Eko-110', cuánto me acuerdo de ti todos los días. A propósito: «Continúe usted servicio normal en la eternidad, querido amigo».
«Eko-100»