Tribuna Libre
Las corbetas de Malaspina
Tal día como hoy de 1789 partían de Cádiz las corbetas Descubierta y Atrevida bajo el mando de los capitanes de Fragata Malaspina y Bustamante
El 30 de julio de 1789 salían las corbetas Descubierta y Atrevida del puerto de Cádiz bajo el mando del capitán de fragata Alejandro Malaspina embarcado en la Descubierta. El capitán de fragata Bustamante mandaba la Atrevida. Era la más importante expedición científica realizada por la Armada en el siglo XVIII y venía a ser la réplica a las conocidas expediciones inglesas y francesas de Cook, Bouganville y el conde de La Perouse. De hecho, los nombres de las corbetas eran un homenaje a los navíos de Cook: Endeavour y Resolution. Si las naciones europeas se lanzaban en misiones de exploración, descubrimiento de nuevas tierras y trabajos de ciencias naturales, los españoles tenían muchos más motivos para realizarlos, dada la extensión de territorios propios en América y el Pacífico, que no estaban suficientemente estudiados.
El renacimiento de la Marina española durante el siglo XVIII había permitido alcanzar en poder naval a la marina francesa, pero seguía a mucha distancia del potencial británico. Sin embargo, en el plano científico España se encontraba muy atrasada respecto a Francia y Reino Unido. Esta expedición era ocasión única para aumentar el prestigio nacional, después de que relevantes figuras como Jorge Juan, Ulloa o Tofiño, mostraran en Europa los progresos científicos nacionales. El apoyo de Carlos III y de su secretario de marina Valdés fue total.
La planeada circunnavegación que debería realizarse en unos tres años se modificó, abortando la vuelta al mundo debido al mal tiempo, deserciones y cansancio de las dotaciones; finalmente, se alargó a los cinco años. Malaspina pretendía levantar la cartografía de las costas americanas del Pacífico, que sería de gran ayuda a la navegación comercial, a la vez que se estudiaban los recursos americanos y filipinos, su sociedad y su flora y fauna. Aseguraba que España desconocía las posibilidades económicas y estratégicas de sus dominios. Por este motivo, embarcarían destacados naturalistas, dibujantes y oficiales expertos en astronomía y cartografía.
Finalizado el periplo, el material obtenido de cartas, dibujos, aves y animales disecados, minerales y resultados de experiencias científicas, era impresionante. Ahora tenían que organizar lo enviado y elaborar las respectivas memorias para su posterior publicación. Las principales instituciones científicas europeas estaban expectantes por ver los resultados de la expedición. Pero el ambiente que se encontró Malaspina al regresar a Cádiz difería bastante del que había dejado al iniciar el viaje. Durante los cinco años de ausencia, los efectos de la Revolución Francesa habían provocado una gran conmoción en los ambientes ilustrados. Carlos IV era el nuevo monarca y, al poco tiempo, Manuel Godoy llegaría a ser primer ministro. Malaspina, recién ascendido a brigadier y abrumado de parabienes, pretendió reorganizar el gobierno de forma poco prudente, tratando de hacer llegar al monarca su propuesta. Su osadía le llevó a que Godoy lo denunciara como traidor y acabara en prisión, que luego, gracias a la mediación de Napoleón, se convertiría en destierro en su Toscana natal, donde fallecería.
Lo peor de todo es que el príncipe de la Paz, Godoy, frenó todos los trabajos relacionados con la expedición impidiendo su publicación, con lo que se perdía la oportunidad de mostrar a Europa lo conseguido. Lo que sí vio la luz relativamente pronto fueron los resultados hidrográficos y astronómicos realizados, tal vez debido a los intereses comerciales y de seguridad en la navegación. En 1849 se publicó el diario del viaje de la corbeta Descubierta redactado por el teniente de navío Viana, gracias a que sus descendientes guardaban el original. Tendría que pasar casi un siglo para que el marino y académico de la historia Novo y Colson, publicase en 1885 un libro con los documentos más interesantes de la expedición de Malaspina, encontrados en el Depósito Hidrográfico de la Marina; pero naturalmente, el impacto producido no podía ser el de un siglo antes. En cualquier caso, Malaspina fue una de las figuras destacadas de la Marina española en el siglo XVIII.