OPINIÓN
Lo que está por venir
El presidente norteamericano y su vicepresidente se están haciendo antipáticos con tantas amenazas y chulescos modos
Nadie le va a hurtar a Trump su potente presencia en el mundo, ni a Vance su peculiar estreno en la política internacional, pues buena huella está dejando ya.
Si Trump había anunciado en su campaña todo o casi todo de lo que está haciendo, ... no le ha quedado a la zaga su vicepresidente que se presentó en Europa con aquella boutade de «ya hay un nuevo sheriff en la ciudad» y que la volvió a armar con Zelensky en la Casa Blanca con lo del traje o la corbata cuando, sin embargo, todo fueron fiestas y risas para su gurú Elon Musk en el despacho oval al que acudió no sólo sin corbata, sino en camiseta y con niño.
El presidente norteamericano y su vicepresidente se están haciendo antipáticos con tantas amenazas y chulescos modos y sus extravagancias molestan ya entre quienes hasta la presente son sus socios y aliados. Parece que entre los escandinavos se defiende ya no comprar productos «made in USA», que los canadienses retiran de los anaqueles de sus tiendas productos norteamericanos o que la UE ha apostado por un importante rearme.
Estados Unidos tiene una población de 340 millones de habitantes, sí, pero Europa más del doble, 740 millones. África más de 600 y Asia más de 4.775 millones. Este mundo global es un gran mercado con mucha gente que vende y que compra y que, cuando las normas y las conductas optan por la razón, se puede vivir más o menos en paz, pero si esa razón se aparta de la paz, sin duda, habrá que esforzarse en buscar nuevos escenarios y tender nuevos lazos.
¿Se acuerdan de aquel refrán que dice «cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar»? Aquí también hay quienes emulan a estos personajes, unos prendados de la postura irredenta del vaquero cinematográfico, pero otros, inconscientes en sus egoísmos movidos desde Waterloo con esa cansina pretensión de una república muy suya, están ya a menos de un metro de hacerse igual de antipáticos y, en mi modesta opinión, si les quedase algo de razón, deberían ponerse muy seriamente a mirar lo que están promoviendo escandinavos o canadienses.
Del rearme vamos a tener que oír y hablar mucho en adelante.