OPINIÓN
Vamos madurando
No sé, aunque lo presienta como tantos otros ciudadanos libres del mundo, qué nota se ha querido poner Maduro en las elecciones celebradas en Venezuela
Cuando era escolar las notas semanales en el colegio donde estudiaba eran de distintos colores e iban del 0 al 50. Las de menos de 10 eran negras, de censura las llamaban. De 10 a 20, creo recordar, moradas: suspenso. Seguían las verdes hasta 30, ... aprobado y, luego, las azules hasta 40, creo recordar, con media de notable. Cerraban este arco iris las rojas, sobresaliente. Finalmente, y sólo en ocasiones especiales, la dorada, muy bonita y el mayor premio semanal. Yo las tuve de todos los colores.
La Universidad me descubrió otro régimen de mayor libertad porque ya no venía cada sábado el Director, (allí el Decano), a leernos las notas, aunque sí seguíamos aprobando o suspendiendo parciales trimestrales y en junio o septiembre nos llegaban las finales expuestas en las cátedras o por las 'papeletas' que repartían los bedeles. Al menos, hasta entonces, las notas seguían teniendo similares calificaciones a las del colegio, no en las cifras pero sí en los grados.
Cuando me casé y comencé con mi esposa nuestra familia tuve que enfrentarme a un nuevo lenguaje en esto de las notas y, de todas ellas, la que mejor recuerdo, aquellas que traían nuestros hijos con la clave PA, que no era otra cosa que «progresa adecuadamente», pues ya eran otros los criterios para calificar quedando atrás para siempre los grados y colores de mis viejas notas.
Les cuento esto porque, la verdad, no sólo no sé, aunque lo presienta como tantos otros ciudadanos libres del mundo, qué nota se ha querido poner Maduro en las elecciones celebradas en Venezuela ya que, a lo que se ve, antes del recuento final oficial, se autoproclamó vencedor y eso sí que no tiene ni color. Sus sostenidos en seguida saltaron amenazando con no sé cuántos años de prisión para los candidatos que «perdieron» por rebelarse contra el madurado poder, causándose detenciones y muerte por doquier en aquella querida tierra. Y no sólo eso, sino que, si ya habían impedido la entrada a varios expresidentes y parlamentarios de distintas naciones libres, a las pocas horas de haberse posesionado del mando, este señor empezó a expulsar diplomáticos de unos cuantos países americanos.
Nuestro expresidente Rodríguez Zapatero, cofundador nada menos que del Grupo de Puebla según dice su propia página, y con una denominación que no sé definir en esto de aquellas elecciones, tan locuaz en la campaña de Sánchez nada se ha atrevido a decirnos ni nada hizo por los parlamentarios españoles que los bolivarianos pararon en el aeropuerto y que, según contaron a su vuelta, ni nuestro embajador se dignó ir a verles, que no es que fuera de su gusto o no, sino que es cosa que como funcionario público lleva en el sueldo con tantas mejoras como percibe del Estado. En fin, las cosas de cada uno, qué se le va a hacer.
Estos días el presidente del gobierno ha dado una rueda de prensa eludiendo responder las preguntas que le interesaban los periodistas, pero ni ha escondido su risa cuando ha hablado de sus rivales o cuando se ha gustado a sí mismo, sino que también ha frivolizado como jefe de nuestro gobierno, que ha jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución, sobre lo bueno que ha sido el pacto que nos hace desiguales de los catalanes o hablándonos de la cosa federal que no tiene sostén ni asiento en nuestra Ley de Leyes. Pero da igual, se trata de allanar el camino a su gente para mantenerse en el poder y poco más importa lo que sintamos y defendamos el resto de ciudadanos.
Esto es lo que me ha hecho recordar aquellas notas claras y lúcidas porque me da a mí, con las cosas que estamos viendo, y las que se dicen o se callan, que en esta España estamos corriendo cada vez más el riesgo de que nos quieran dar ahora las de «madurar adecuadamente».