OPINIÓN
El trile
Hoy traigo esto del trile porque no se puede llevar más allá el desparpajo de ese mercadeo que ahora se da en nuestro Parlamento con las negociaciones «de toda la noche» o de que se estará dialogando «hasta última hora»
El trile es un juego callejero de apuestas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada. Y el trilero es la persona que dirige ese juego.
Estas cosas se veían antes por la calle más que ahora, aunque ... a veces las volvamos a ver por la tele en las viejas películas de Toni Leblanc, Gómez Bur o Antonio Ozores, sin demérito de tantos otros que tanto nos entretuvieron en blanco y negro o en incipiente tecnicolor mostrándonos muchos de esos trucos llevados a cabo entre personajes de boina calada hasta las orejas, hábiles truhanes y ávidos ambiciosos, antier llamados pueblerinos, que buscaban ganarse unas perritas como fuere en tan fugaces juegos.
Por cierto, creo que aquel cine se hacía casi siempre con el dinero propio de las productoras que esperaban recuperarlo con el taquillaje en los pueblos y ciudades de España y no, como tantas veces se hace ahora, con el de las instituciones públicas, dicho sea por el largo catálogo de créditos que al principio de cada película se pasan bajo el genial epígrafe del cine, cultura europea. Es más, he leído en algún sitio, y ya no sé si por algún español cabreado o por un cronista estudioso, que el cine español actual puede que esté obteniendo más dinero por las subvenciones que por taquilla.
Hoy traigo esto del trile porque no se puede llevar más allá el desparpajo de ese mercadeo que ahora se da en nuestro Parlamento con las negociaciones «de toda la noche» o de que se estará dialogando «hasta última hora». Después, cuando las cosas pasan, oímos no sé si desconcertados o asqueados, que el portavoz del principal partido del gobierno va y dice tan pancho (López), sin rubor alguno, que los papeles de la negociación por los que se aprobaron dos de los tres decretos se habían hecho «de aquella manera.» Pero de aquella manera fueron ellos los que se quedaron con los independentistas como los de Podemos con los de Sumar ya que, finalmente, ni Junts ni Sumar acertaron con su cubilete.
Seguro que algunos tuvieron la oportunidad de oír la entrevista en COPE a la flamante Diputada de CC, tan dicharachera ella y tan dispuesta a prometer su voto a Feijoo para dárselo finalmente a Sánchez, (algo que yo creía que era monopolio del PNV), cuando, preguntada por ese voto que ayudó a la aprobación de los decretos, supuestamente de urgencia y uno de ellos regulando tantísimas cosas que también tocaba en algo lo de la amnistía, cosa que ella dijo que siempre reprobaría, me pareció escucharle que había votado sin saber nada de las negociaciones con Junts, pero que su voto buscaría siempre lo mejor para Canarias. Y no, señora, no, usted no representa sólo a los canarios, que de eso ya saben los de Junts, ERC o PNV, usted representa en Las Cortes los intereses de todos los españoles y no sólo de los canarios. Pero, claro, votara lo que votara, como no estaba en la pomada, pues también se confundió de cubilete.
La vida del Congreso, donde se cuecen las habas, con tantas puntadas que parece que tienen que ir dándose, sugiere ya más un atelier que otra cosa porque, fíjense ustedes, desde la primera toma de medidas, que en este caso tuvo que ser la negociación para nombrar a su presidenta, de inmediato se pusieron a cortar y a hilvanar. Ahora todo queda pendiente de costura hasta el último momento de entrega de la prenda ya que, los socios de investidura, cada vez que algo se presenta a debate, piden las oportunas pruebas y, ya ven, negociando con un recógeme aquí, corta allí y déjame esta parte más larga o ancha, da para mucho antes de terminarla, máxime cuando parten de la premisa debatida y firmada de no fiarse unos de otros.
La que nos espera es buena. Como dice un buen amigo cuando quiere enfatizar algo, puede ser «de categoría».