OPINIÓN
SPAM
Hoy estoy en lo que hay que estar, en saber votar por una Europa fuerte y cohesionada, bien administrada, que aún en su pequeñez sigue siendo un estímulo y un faro para tantas otras sociedades de otros continentes
Algunos días, al caer la tarde, me entretengo poniendo al día las llamadas que se dicen recientes y que aparecen en rojo en la pantalla de mi teléfono móvil. Con santa paciencia voy viendo uno a uno sus números y pasándolas a un programa de ... internet para señalar las llamadas SPAM o no deseadas que, más bien, son asaz y harto indeseables.
Con ese programa, como les digo, voy viendo que la mayor parte de esos números de teléfonos desde donde me han llamado están denunciados por mucha gente. Llamadas de vendedor pertinaz con ofertas de toda clase de consumos o de seguros. O, peor aún, que llaman y nadie habla desde el otro lado de la línea. Miles de argucias que interrumpen en lo más preciado de nuestra intimidad sin ninguna caridad.
Puedo llegar a pensar que algunas de esas llamadas podrían ser incluso de maravillosas personas que sólo intentan sinceramente querer decirme algo interesante pero siempre me quedo, en este mundo de las nuevas tecnologías en el que nos encontramos que, si de verdad tuvieran interés en hablar conmigo, optarían por la vía de ponerme algún mensaje diciendo que van a volver a llamarme desde ese número. O que ya se buscarían la fórmula de dar conmigo por cualquier otro medio.
Muchísimas de esas llamadas son, además, absolutamente impertinentes porque, desde el saludo inicial te empiezan a tutear como si te conocieran de toda la vida, hubieran ido a tu boda, hubieran compartido contigo aventuras profesionales o se tratase de antiguos compañeros de la mili o de nuestros años de estudios. Y, encima, si les dices algo de por qué me tutean cuando a ellos les trato yo de usted, recurren a lo de 'caballero', como si yo, en este maravilloso islote en el que vivo, donde ya ni tan siquiera hay calesas por muy renombrada que sea su Cuesta, tuviera un caballo en el que montarme. Se ve que no conocieron la letra de aquel maravilloso pasodoble de Los Julianes que decía que podría ser «una maravilla tener la jaca 'enjaezá' pero que, a los de aquí, no nos sirve el caballo para ir a pescar».
Bueno, todas esas llamadas, previa información obtenida en Internet, pasan directamente a mi agenda telefónica del móvil como llamadas no deseadas, SPAM. O como de audaces vendedores que bloqueo de por vida. Sé que es una lucha ardua y dura porque ellos, los que llaman, se esconden en unos gigantescos sistemas que eligen al azar tu número para darte la lata a la hora más inoportuna, pero también sé, desde muy niño, que me asombró muchísimo la pedrada que le largó el pastorcillo David al gigante Goliat dejándolo fuera de combate así que, ahora, por esa admiración, practico con mi honda electrónica clasificar las indeseables.
Hoy estoy en lo que hay que estar, en saber votar por una Europa fuerte y cohesionada, bien administrada, que aún en su pequeñez sigue siendo un estímulo y un faro para tantas otras sociedades de otros continentes. Que sí, que es muy pequeña, que, si no incluimos a Rusia, los 27 Estados de esta Unión cabríamos en Brasil o en los Estados Unidos, fíjense lo que son las cosas, pero que somos Europa y eso es mucho y muy importante. Que somos muchos millones de europeos y un destino ansiado por muchos millones más de personas.
Se lo digo porque mañana quiero ir a votar por esa Europa en la que creo y que, casi a la postre, va siendo ya casi el único reducto donde se me va a cuidar como individuo, como ciudadano amparado por más amplias garantías que las que tengo ahora aquí solamente. Y por eso quiero ir tranquilo a votar. Y como el presidente del gobierno parece que con sus cartas ha cogido el gusto a estas cosas, a esta segunda carta, leída que fue la primera, sin leerla la he metido en el cajón SPAM y le he bloqueado para que no me perturbe más con sus cosas y fatigas.