OPINIÓN
Sonreír y reír
Mi recordado Joaquín Garrigues nos decía a sus liberales que la política no es todo, que debe ser eso, sí, el arte de gobernar o de ayudar con la oposición, pero que siempre hay que tener a mano algo más como la familia, el trabajo, los amigos o las aficiones
No todas las semanas del año ni todos los años de una vida tiene uno que escribir semanalmente de política aunque pueda ser oportuno, máxime, cuando sin darnos casi cuenta, desde aquella moción de censura y la pandemia, nos están metiendo en un pozo; pero, ... aunque sea por una vez, hay que permitirse ciertas licencias como por higiene mental y yo, hoy, con su permiso y el de mi Director que pronto va a presentar libro, voy a aplicarme esta suerte de máxima.
Mi recordado Joaquín Garrigues nos decía a sus liberales que la política no es todo, que debe ser eso, sí, el arte de gobernar o de ayudar con la oposición, pero que siempre hay que tener a mano algo más como la familia, el trabajo, los amigos o las aficiones. Es más, le gustaba repetirnos que en los países donde gobiernan los liberales por lo menos se sonríe y como las cosas vienen como pueden llegar, más vale que me aplique la cuestión por una vez cuando todos estamos sometidos a una insana situación con tanto cambio de opinión como mentira y tanto descrédito creciente en la clase política, especialmente en la izquierda adobada con la insaciable depredación del independentismo.
Este sábado hace su 1ª Comunión una de mis nietas y lo celebraremos con ella en familia, en nuestra casa; llevará un traje que antes lo llevó su prima mayor arreglado a su talla, claro está, por las maravillosas manos de su abuela que ha trabajado noche y día para que lo luzca en todo su esplendor este día de tan significada trascendencia. Pero es que dentro de tres días, otra nieta recibirá la Confirmación, vivencias que hacen muy feliz a este abuelo que ve como su descendencia poco a poco va recibiendo los Sacramentos de la Santa Madre Iglesia. Y esto me hace sonreír.
Aún hay más. Yo tengo un cuñado, como muchos otros los tenemos, con quien comparto tres veces ser compadres pues él es padrino de una de mis hijas y yo de dos de los suyos que, como comprenderán, une mucho más y enlaza aun mayormente el sentido de la amistad.
Mi cuñado Bingen, vizcaíno de pro, como muchos viernes y coincidiendo con su onomástica, quedamos el viernes pasado para tomar unas copas, bueno, conmigo y ya no sé con cuántos hinchas del Atlhetic que, provenientes de Bilbao, como no consiguieron entradas en Sevilla, prefirieron ver la Copa del Rey por la tele desde Cádiz.
La cosa llegó después, de vuelta a casa. Cogimos un taxi, enfilamos la Cuesta de Las Calesas y al pasar bajo la Puerta de Tierra el coche se caló. ¿Y qué pasó? Pues que dos buenos cuñados y amigos, uno de 87 tacos y otro casi de 77, nos bajamos y empujamos el vehículo hasta que arrancó. ¿Nos enfadamos? Qué va, todavía, cada vez que lo recordamos, nos partimos de la risa.
Nos quedan por delante muchas cosas, elecciones en el País Vasco y en Cataluña donde votarán los allí inscritos. Y, para remate, ya para todos, las de la Unión Europea. Por en medio, toda clase de encuestas y tertulias. Y en el cogollo de la cuestión, otros cuantos meses en los que tampoco se notará que hay gobierno si no es para lo suyo.
Los bilbaínos felices con su Copa del Rey y, claro está, Señor de Vizcaya, y los catalanes, ante el dilema de consagrar al Puigdemont o no. Europa es otra cosa y ahí sí que deberemos de apuntar todos muy finos.
Por el momento me he cogido esta licencia porque en los primeros comicios no tengo que pensar a quién votar y me quedaré con el show de cada día, los enfrentamientos entre tertulianos, el eslogan que marque Moncloa a los ministros y hasta sonreír con el CIS que cada día pueda atizarnos pero, lo de Europa sí que es serio, más si tenemos en cuenta que podemos encontrarnos con un conflicto inacabable con Putin, la yihad y los hebreos y hasta gobernando Trump, así que, con estas cosas, hoy quiero reír y sonreír.