OPINIÓN
Lo siento, señor director
Las noticias se producen de modo tan vertiginoso que se pisan unas a otras y la pregunta que me hago, como posiblemente muchos españoles más, es cómo es posible que podamos seguir viviendo en esta vorágine
Lo siento, señor director, créame que lo siento muchísimo. Espero poder tener terminado este artículo a la hora convenida, pero es que no puedo, director, no puedo, en este mar tenebroso en el que se están convirtiendo políticamente estos días, centrarme en un asunto en ... particular.
Las noticias se producen de modo tan vertiginoso que se pisan unas a otras y la pregunta que me hago, como posiblemente muchos españoles más, es cómo es posible que podamos seguir viviendo en esta vorágine que nos tiene engullidos a todos los españoles por mor de Sánchez y Cía.
Si optara por hablar de lo de fuera me tendría que enfrentar al espectáculo que está dando Trump con su nuevo gobierno, pero, eso, aunque sea tan atractivo de comentar, es de ellos, de los americanos, aunque sus consecuencias nos vayan a afectar a muchos otros países más. Y si se va con su amigo y mecenas de campaña a ver despegar hacia el espacio sus cohetes, pues que se vaya, pero es que mientras, a este lado del Atlántico, muchos europeos empezamos a sentirnos estremecidos por esos cohetes de un Putin de mirada tan fría como inquietantes decisiones. ¡Ay Ucrania!
Nuestros vecinos del Norte ya llevan tiempo preparándose para la que pueda caer así que, finlandeses, suecos, noruegos o daneses, viendo que la cosa pueda ir en serio, se preparan con consejos, maniobras y campañas para organizar su defensa mientras que, aquí, ante la catástrofe natural más grande en pérdidas de vidas y bienes que ya hemos sufrido en España este siglo, me entero hoy de que Interior va a editar un folletito para la guerra. ¿Se da cuenta señor director? Editar un folleto esta gente que están pasando los días y las semanas que pasan y para Valencia, La Mancha o Andalucía no tenían preparado nada, ni un folletito. Y si lo tuvieron, de poco les ha servido echándose culpas unos a otros como el que echa picatostes a ese puré en que han convertido la normativa pretendidamente previsora y protectora que no ha funcionado, aunque, eso sí, les haya dado ocasión y tiempo para enfrentarse unos con otros difuminando responsabilidades o contradiciendo competencias.
El respeto en el Congreso duró poco más de un minuto de silencio para el dolor, pero qué poco le duró al gobierno para que en ese mismo día, entendiéndose posiblemente ya llorado y dolido, se empeñó en que, mientras muerte, pérdidas, daños y barros arruinaba el Levante, sus señorías tuvieran que votar su propuesta de organizar la televisión pública. Otro capítulo más de los suyos.
Por si fuera poco, antier salió Aldama de Soto del Real, pidió declarar y lo hizo, como hemos podido ver los españoles. Aldama es también un estado norteño mejicano que linda, precisamente, con otro Soto, el de la Marina y, en sus playas, una de las tortugas más pequeñas del mar, pone sus huevos. Un buen caparazón le deseo yo al Sr. Aldama para lo que le queda por delante.
Se nos ha volcado encima otro capítulo más de esta enlodada historia cada vez más encenagada. Podríamos pensar que todas estas tragedias se suceden unas a otras como para tapar tantas cosas que ya están pasando, pero es que ya son demasiadas como para que no se les ponga coto. Que si el Tito, que si el hermano, que si la esposa, que si la venezolana, que si su fiscal jefe, que si sobres por aquí, que si euros por allí, que si pactar con separatistas, que si no pactar con Bildu y menos con la ultraderecha, pero ahí sigue, impasible el ademán. Y nosotros espantándonos cada día al llegar la hora de los informativos.
Perdóneme que después de tantas y tantas contrariedades, como nieto de chivano, haya buscado algo de paz y esperanza escuchando la hermosa letra del himno valenciano que comienza cantando, «para ofrendar nuevas glorias a España, nuestra región supo luchar».