OPINIÓN
El pseudo, el fango y el bulo
Lo peor es que ya estamos siendo nosotros los que nos estamos quedando sin fuerzas para defendernos de esta maldición
La situación que vivimos tiene ya un largo recorrido pese a que sean sólo seis los años que lleva Sánchez de presidente. Eclosionó con una moción de censura contra el PP iniciada por un PSOE que hacía ya años venía decayendo en votos tanto en ... el Congreso como en el Senado, en las Autonomías o en los ayuntamientos, pero que aprovechó el experimento de sus variopintas alianzas y trazó un largo recorrido de concesiones de lo nacional, que no de lo particular del PSOE, para repartirlo en concienzudas dosis entre sus peligrosas amistades.
Sobre esa moción sobrevoló una personal apreciación del texto de una sentencia posteriormente corregida y hasta censurada, si se me permite la expresión. Pero ya era muy tarde, todo se había consumado.
De pronto, la Naturaleza castigó al Mundo con una terrible pandemia y este gobierno, más de ordeno y mando que de diálogo, aprovechó para explorar una serie de medidas coercitivas que afectaron notablemente la libertad de los españoles con aquellos progresivos confinamientos culminados en el encierro de todos en nuestros domicilios.
Por las calles pasaban los voluntariosos miembros de las fuerzas de seguridad felicitando desde el altavoz de sus coches cumpleaños a mayores o a pequeños. Mientras, todos seguíamos expectantes el «parte del día» de un Comité de Expertos que nunca supimos quiénes eran y entretenidos cada día por ver quién cantaba mejor desde su balcón o citándonos en nuestras ventanas para aplaudir a los esforzados sanitarios que tanto hicieron por paliar la situación entregando hasta sus propias vidas.
Para los más jóvenes les diré que, cuando gobernaba Franco, todas las emisoras de radio que había, a las dos y media de la tarde y a las diez de la noche, transmitían obligatoriamente «el parte», así que ya pueden ver cómo las cosas y las causas se repiten entre los que gustan de un Estado más fuerte que los individuos.
ZP empezó con sus cosas y su alianza de civilizaciones que no llegó a prosperar, pero parece que su visión izquierdista sí que caló en su dilecto pupilo.
Con el «toque de queda» y el «confinamiento», nuestra sociedad de gratificados herederos de las libertades que había alumbrado la Transición comenzó a decaer. Ítem más, la molicie y el abandono del propio espíritu individual apuntalaron esa caída.
Se generó un nuevo orden y no quisimos darnos cuenta. O no apreciamos su sutil avance. Se nos embarcó en una nueva forma de vivir, se nos alienó en algo que después de aquella tragedia mutó en «la nueva normalidad» usando como mejor herramienta «la desescalada». Pero de todo aquello, ay, como en tantas otras ocasiones en nuestra historia, también la voz del tribunal llegó demasiado tarde para declarar a tiro pasado la inconstitucionalidad de aquellas medidas.
De entonces a hoy todo el empeño de este macro gobierno de 22 ministerios se esfuerza cada día en una suerte de caleidoscópicas performances. Ahora está centrado en lo del «pseudo medio, la máquina del fango y el bulo», pero ¿conocen ustedes acaso los nombres de sus 22 ministros? Y lo que es más preocupante, ¿conocen ustedes las iniciativas de gobierno y hasta legislativas de esos 22 ministerios?
Nos intentan ganar con su palabrería, que no sus hechos. Llevan ya tiempo queriéndonos envolver con la frase cotidiana de La Moncloa que repiten cada día sin piedad todos los ministros y gerifaltes intentando apagar el aprecio a la libertad y oscureciendo las libertades de cada día.
Su política no es un arte y, por supuesto, nada que ver con el gobierno de los mejores, sino más bien el resultado de un sinfín de intereses personales que tratan de tapar nuestras libertades. Pero, ojo, lo peor es que ya estamos siendo nosotros los que nos estamos quedando sin fuerzas para defendernos de esta maldición.