OPINIÓN

«Éstos son mis principios...»

…y si no le gustan, tengo otros»

Se atribuye la frase a Marx, a Groucho, claro, no al de ellos, aunque su autoría no esté tan segura. Pero sí que está bien presente en esa política tantas veces de gélido cinismo, cuando no descarada, desvergonzada, insolente, caradura, impúdica y hasta, posiblemente, inverecunda.

De Álvaro García Ortiz no hablo. Del fiscal general, como Alta Autoridad del Estado y del mundo judicial, ya lo ha dicho todo él con sus silencios y con el de la fiscal presente, para qué insistir.

Preocupa que se esté planteando en la gente tirar la toalla como refugiándose en aquel otro dicho que comenzaba diciendo, «para el tiempo que me queda en el convento…». Y es que las cosas están así porque, desde fuera de nuestras fronteras gobierna un tipo como Puigdemont y, desde dentro, el Amo, como le llama su amigo. Bueno, así y con algo más por delante.

El espectáculo de vasallaje dado estos días con sus primarias también parece desarrollarse en ese mismo clima de desapego al ver caer en cada autonomía a los candidatos, supuestamente independientes, ante la imposición de Madrid de enviar ministros a las regiones, -a provincias, se decía antes-, y hacerse así con el poder allí aburriendo a las pocas almas libres que pudieran quedar. Sin prisas, pero sin pausa.

Si no hace mucho tiempo vimos cómo se estiraba la jornada en el Congreso buscando pactos, esta semana ha tocado al Consejo de ministros paralizarse a la espera de la respuesta de Waterloo que, forzando el desmontaje del penúltimo truco a toda prisa, ese intocable escudo social defendido a ultranza en su decreto-ley por sus sumisos y humillados ministros, oídas las instrucciones de Puigdemont, ha tenido que eliminar de un brochazo, ahora sí, casi cincuenta de sus otrora intangibles medidas. Sus principios son ésos y, si no gustan, pues tiene otros.

Y, a tragar. ¿Habrá algo más chirriante en un socialista español que pactar con unos tíos que defienden, sin sonrojarse siquiera, que los jubilados de su región tienen que cobrar más que los demás jubilados españoles?

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