OPINIÓN
El PP tiene que aligerarse
Es común entre los conservadores quedarse con lo que se encuentran y tratar de gestionarlo bien mientras que estos «sanchistas» ni piensan en la gestión ni se empeñan mucho en ello
Mantengo desde hace años amistad con unos buenos venezolanos que fueron personalidades de su país tanto en el gobierno como en el parlamentarismo. Tan señalados docentes como reconocidos estudiosos del derecho constitucional formaron parte además de altas organizaciones internacionales. Hace años me alertaron sobre lo ... que iba a pasarnos en España y, caramba, cómo se va calcando.
Desde esta semana con Sánchez en el parlamento europeo tengo el presentimiento de que todo ha pasado ya a la tercera fase. Se ha comido España, al PSOE, a las múltiples izquierdas y hasta a los separatistas y, si no, que se lo digan al tándem Pablo-Irene o a la alcaldesa de Pamplona. Ojo, Yolanda, que detrás puede ir usted.
Algo conozco al PP pues no en balde colaboré con ellos durante los años de mi vida municipal en los que, si bien se consideraba mi condición de independiente, tuvieron conmigo la generosidad de distinguirme como primer teniente de alcalde y hasta su portavoz. Sin carné, ojo, pero con la honestidad del pacto bien entendido. Y, naturalmente, tengo presentes en el afecto a sus protagonistas, aquellos con los que empecé en el 95 y que, desde su primera postulación, siguen aún en el candelero ostentando cargos de responsabilidad.
Pero me parece a mí que el PP tiene un problema aquí, en Sevilla o en Madrid y, si me apuran, hasta en Bruselas. Van por detrás, ven tantas irregularidades en el PSOE que se pierden más en criticar que en construir o en despertar ilusiones y esperanzas. El PP inspira seriedad, sí, y también confianza, sí. Son capaces de arreglar lo que se les eche por delante, pero mientras, ay, mientras, sus adversarios, con todo su aparato de asesoramiento y comunicación, se dan todo el tiempo del mundo para maquinar jugarretas.
Es común entre los conservadores quedarse con lo que se encuentran y tratar de gestionarlo bien mientras que estos «sanchistas» ni piensan en la gestión ni se empeñan mucho en ello, la verdad, pero inventan bien, apuestan a ver cómo se sale del lío y, si hiciera falta, hacen de la necesidad virtud y cambian sutilmente de opinión.
He sido testigo de muchas intervenciones en las que comparecían unos y otros, populares y socialistas. Éstos salen con un único mensaje, el de «la frase del día» para todos, sin posibilidad de alterar, intentando captar la atención y conseguir el titular. Los populares van a explicar su gestión, a criticar lo de los otros o a denunciar sus mentiras y eso, la verdad, poco les importa a los socialistas.
La reunión de ayer tardó en terminar casi tanto como lo que el Gordo en salir y me da a mí que, de la lista que Feijoo llevaba a Sánchez, como ésa que tantos tenemos anotada de participaciones de la lotería para ese día, solo pilló D. Alberto algo de la pedrea, pero ningún premio importante. Lo del artículo 49 y quizás la posibilidad de desliar ese envaramiento del CGPJ con la ayuda de la Comisión Europea.
El presidente de Galicia ha convocado elecciones y casi se carga sin querer este artículo porque era de lo que yo quería hablarles. ¿Se imaginan ustedes que, aprovechando las elecciones al parlamento europeo, todas las autonomías gobernadas por el PP convocasen al unísono nuevas elecciones y se fueran de las alianzas en Guipúzcoa, Vitoria o Barcelona? Uno, veríamos durante estos meses qué peso ha ido cogiendo el PP de Feijoo; dos, desconcertaría a la «posición» y, tres, quizás pudieran librarse de la hipoteca con Vox que tan rápido firmaron en Valencia como tan a destiempo y de aquella manera en Murcia o Extremadura.
Mañana es Nochebuena y, pasado, Navidad. Ojalá callen las armas en la tierra que Le vio nacer. Yo, de corazón, deseo que se abra una tregua para todos, pero allí y aquí, porque aquí bien que nos vendría también un respiro.
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