OPINIÓN
Pifia
Errar es de humanos, sí, pero haciendo cosas, no dejándolas pasar
Tenía yo pergeñadas unas líneas para hablar de esa lamentable circunstancia del voto con el que UPN, VOX y PP han gratificado a Sánchez en el Congreso aceptándole una propuesta con la que, dígase lo que se quiera decir, se acabarán reduciendo condenas para algunos ... sentenciados por terrorismo o, incluso, poniendo a otros en la calle ya, pero es que, en esta España nuestra, las cosas se suceden una tras otras a tal velocidad que es casi imposible pararse en una única noticia.
Esta semana, más allá de todos esos fatigosos programas bárbaros de la televisión de entretenimiento, nos ha traído muchas más noticias que han dado el vuelco a las cosas en muy pocas horas. Se mantiene la investigación de Dª Begoña Gómez; la ministra portavoz no se corta ni un pelín queriendo confundir claramente a la prensa y a todos nosotros; el fantasma del Delcygate sobrevuela de nuevo entre sus cloacas; el informe de la UCO arroja demasiados «cambios de opinión» que buscaron cambiar de opinión sobre lo ya cambiado… ¡En fin, un horror!
Lo de la votación de marras no se puede olvidar sin hablar de ello, por sus consecuencias. Y no sólo por lo que se ha votado, sino por cómo se ha votado. Bien por las excusas de Feijoo, pero bien también por las críticas de Almeida o de Ayuso. Bien por pedir perdón a las víctimas del terrorismo y a todas las víctimas que somos de todas estas sinrazones, pero algo más si quieren mantener su crédito y obtener nuevos apoyos. Al Congreso hay que ir estudiado y aquí ha fallado algo. Hablar tienen que hablar. Por terapia, porque se sentirán mal, por el encuentro del reencuentro, para reforzarse o para volver a pedirnos confianza.
Parece ser que el señuelo fue una directiva europea por aquello de que quien haya cumplido una pena en cualquier país de la UE no pueda ni deba cumplir por los mismos delitos que allí fueran condenados otra pena más aquí. Pero había un límite, 2010. Y eso se ha querido borrar con el reclamo de la trasposición de la directiva europea. Y así se presentó a la oposición, sin más comentarios, supongo. Una refrescante brisa tras la que se agazapaba un huracán fuerza 5.
¿Qué de todas maneras Sánchez con la mayoría de sus caleidoscópicas alianzas lo hubiera sacado adelante? Pues sí, pero han saltado al aire quienes no se aplicaron en su tarea y eso es algo que hay que reconstruir, lo más difícil, pues se ha debilitado la confianza en los políticos y se ha de trabajar mucho y bien por recuperarla.
Nos cuentan que los diputados de la oposición que dieron su conformidad al texto propuesto desde el Gobierno son juristas de prestigio, pero cabe preguntarse hasta dónde puede llegar su diligencia o su sagacidad ya que, conociendo como se debería de conocer al actual PSOE, ¿cómo es que no le saltaron las alarmas a sus señorías cuando le trajeron un asunto que ya había sido debatido en tiempos de Rajoy? Sirenas y luces por doquier, tanto en los que están en la Comisión como en sus asesores, puesto que alguien tendría que haberse esforzado por ver qué es lo que llegaba al orden del día, buscar sus antecedentes, analizar exhaustivamente la propuesta, compararla, cotejarla… ¿Nada les hizo recelar?
Errar es de humanos, sí, pero haciendo cosas, no dejándolas pasar. Argüir ahora que la cosa en cuestión hubiera salido adelante solo con Sánchez y sus alianzas, no vale mucho. No sé si Sánchez se lo propuso a Sumar o si Sumar lo presentó sin decírselo, pero al fin y a la postre no es muy difícil vislumbrar a quién o a quiénes podrá beneficiar la norma en cuestión y, en estos momentos de posibles espantadas, los votos de Bildu son más que convenientes para la cuenta de Sánchez.
Y que no nos pase como aquello que cantaba Otis Redding sentado en el muelle de la bahía, que todo siga igual.