Opinión
Pactos
«Allá donde las distancias sean cortas, esfuércense ambos partidos en lograr pactos»
A raíz de las pasadas elecciones cambiaba con un amigo sendos correos sobre la tranquilidad inicial que para el centro derecha parecía desprenderse de aquellos resultados, hoy arena de zarpazos. Él me decía cómo el PP tendría que ceder al depender de los votos de VOX y yo le contestaba que la cuestión no estaba sólo en el PP sino en VOX por ver qué haría con sus votos. Y ya ven qué está pasando.
Siempre ha habido gente que se va de un sitio para formar otra cosa, como se nos fueron los españoles del otro hemisferio o a los católicos se les fueron los protestantes, pero son los disidentes quienes transforman las tesis generalmente a más extremistas de las que hasta entonces habían sostenido, llegando al extremo de mostrarse aún más hostiles con sus excompañeros que con sus naturales adversarios.
Les digo esto por la preocupación que reina en alguna gente que, si bien no dice claramente que haya votado a VOX, sí que abiertamente manifiesta que el PP tiene que bajar sus postulados para encontrarse con Abascal a fin de que España sea gobernada por la derecha porque, pasados tantos años, digamos que aún ven el centro como algo asaz permisivo.
Es verdad que ambas formaciones parece que van arreglando cosas para ofrecer al electorado de centro y de derecha una alternativa a esta situación de los últimos años que tan apartado dejó de nosotros aquel socialismo dialogante y coautor de la Transición, pero también es palpable que esta iniciante armonía de vez en cuando chirría.
Vamos a ver. Allá donde las distancias sean cortas, esfuércense ambos partidos en lograr pactos, pero donde no lo son no pretenda el menos votado imponer sus principios al más votado, porque no tiene el refrendo de los votantes o, al menos, no suficientemente. Para ser claros, el voto soberano emitido responde a lo que han prometido los candidatos y, por aprovechar la marea, se podrá y hasta se deberá acordar cosas y renuncias que acerquen posturas no distantes, pero no imponerlas aprovechándose de la situación porque eso defraudaría al propio electorado.
CyL ya tuvo su introito. Ahora Valencia ha ido rápida, como Canarias, pero lo que queda aún está en zona de riesgo. Baleares parece que tiende a convenir, aunque su nuevo presidente de asamblea ya ha sacado a la palestra sus ideas y su plan de acción cuando ni su gobierno se haya estrenado. Aragón deja ver algo, Murcia es una incógnita y Extremadura, ahí la tenemos, con una presidencia parlamentaria inesperada.
España necesita centrarse. Necesita moderación, encuentro y generosidad para poder aspirar a una buena gestión, porque ya hemos sufrido estos años demasiados sobresaltos y adolescencia política con un gobierno de distintos partidos y de ministros enfrentados abocado, además, a depender de espurios apoyos en lo que a la unidad nacional concierne. El PP ha tirado por esa vía en Barcelona o en Vitoria primando más la razón de Estado que la del partido, pero no está eso tan claro en Vox, visto lo visto en el ayuntamiento de la capital catalana o en Extremadura.
Antonio Garrigues gusta de decir que la democracia no se da tanto para vivir todos de acuerdo como para poder convivir en desacuerdo a través del diálogo. Y yo lo apostillo por parecerme lo más práctico y sereno.
En fin, ellos y sus votantes son los responsables de que esto cambie o no porque, con sus votos ni pueden liderar ningún gobierno ni siquiera un ayuntamiento, aunque sí, pueden dejar pasar a otros como ha sucedido con Fernández Vara anunciando a la actual presidenta socialista su postulación para dirigir la autonomía extremeña porque los otros puentes se han roto.
Veremos qué deja el próximo 23J. Algunos recordaremos que, en ese mismo día, aunque en 1886, nació Don Salvador de Madariaga.
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