OPINIÓN
Mundo Negro
África está aquí ya. Y los africanos andan por nuestras calles a la busca de algún medio con que ganarse la vida. Gente formada o sin tanta formación, pero buscándose la vida
Espero con cierta impaciencia los números de MUNDO NEGRO que, aunque esté publicado por misioneros, no es una revista religiosa «ad hoc», sino una buena fuente de información de la realidad africana que tanto nos incumbe a los europeos.
También busco entre los documentales uno ... que me entretiene por lo que de carga humana y social tiene, «Misioneros por el Mundo», muy al estilo de esos programas de españoles por el mundo pero que, en vez de emigrantes generalmente afortunados, trata de colacionar las experiencias de tantos misioneros españoles que hay repartidos por el globo colaborando, no ya en la expansión del Evangelio, sino llevando a cabo una ingente labor regenerativa, verdadera regeneración generosa que ya pudiera ser luz y faro en las discusiones que entretienen estos días a nuestros parlamentarios.
Leerla me ayuda a conocer un poco más la realidad de los africanos, hoy tan presentes en nuestro convivir no sólo porque están aquí con papeles o sin papeles, sino por todos aquellos que, atreviéndose a cruzar el mar a veces en tan procelosas singladuras, aspiran llegar a nuestras costas en busca de un mundo mejor según anhelan, puesto que, aunque tengamos nosotros lo que tenemos, ellos no lo tienen. Y aun los que se acercan a tenerlo, no les colma plenamente sus aspiraciones por otro condicionantes, mayormente por la endeblez de sus estructuras políticas propensas tantas veces a injustos regímenes.
África no es ya el escenario de aquellas películas de safari y amores. Ni la del declive de las descolonizaciones, pese al rastrero reparto que de sus tierras se hizo a base de escuadra y cartabón, cuando las ricas naciones europeas se repartieron sus colonias como si fueran grandes haciendas, despreciando los accidentes naturales que hasta entonces habían reunido pueblos y etnias a los que la voracidad colonizadora obligó a vivir separados por forzadas fronteras.
África es un continente pujante que, con sus limitaciones, pide su sitio en el mundo, un lugar en el equilibrio internacional aun gravitando sobre sus gentes y territorios los malos usos de muchos de sus dirigentes «educados» en los discutibles modos de ejercicio del poder heredados de las antiguas potencias a las que sí habría que pedírsele muchas responsabilidades y un resarcimiento especial para poner al día años y siglos perdidos.
África está aquí ya. Y los africanos andan por nuestras calles a la busca de algún medio con que ganarse la vida. Gente formada o sin tanta formación, pero buscándose la vida.
¿Qué aquí no cabemos todos? Pues sí, porque si uno coge cualquier mapamundi y ve la extensión de Europa frente a la del continente africano, desde Ucrania a Portugal, no cabe mucha más gente. Y Rusia y China lo saben. Y antes de que vayan a por ellos los africanos, ya están ellos yendo allí como en una nueva y más voraz colonización.
A África y a los africanos hay que entenderlos porque están más cerca de nosotros que los rusos o los chinos. Y porque ya es no todo sabana ni selva, ni leones o gorilas. Tiene modernos núcleos urbanos, universidades, hospitales, industria, minería, agricultura, pesquerías y, sobre todo, mucha mano de obra y, con ella, muchísimos futuros consumidores. Pero falta desarrollo y democracia.
La debemos conocer mejor y a mí me sirven documentales como los que veo y revistas como ésta que leo para ir acercándome más a una población tan próxima. Cada vez tengo más claro que Europa no puede escaparse por la gatera mientras que la avidez de rusos o chinos estén allí montando sus chiringuitos, porque Europa está obligada a ocuparse de África y de los africanos. Por responsabilidad política, social y regenerativa, sí, pero también por su supervivencia o por oportunidad económica y emprendedora, si me apuran.