OPINIÓN
El Ministerio de la Vivienda
Sí recuerdo que entonces los congresos tenían otras más cosas en su desarrollo, como dar cuenta de lo hecho, debatir entre la crítica y las nuevas ponencias cara al futuro, así como elegir los nuevos cargos del partido
Los socialistas «sanchistas» y los otros socialistas se han reunido este fin de semana en su 41º Congreso. Por lo que cuentan las crónicas había muchos más de los primeros que de los segundos y entre los mixtos, dos expresidentes de la Junta pendientes aún ... creo de la nueva sentencia que dicte la Audiencia de Sevilla conforme a los nuevos criterios del TC.
En ese cónclave habrán discutido lo que hayan discutido, que para eso era el suyo, pero la extroversión que nos ha llegado al común de la población ha sido la rendida defensa del líder por sus segundos, un líder aclamado en su persona y, en su triunfal acceso al recinto, la de su esposa. Cada cual a lo suyo.
Hace años que no asisto a un congreso. Creo recordar que fue por los ochenta, del Partido Demócrata Liberal, -último al que estuve afiliado-, cuando acordó disolverse. Pero sí recuerdo que entonces los congresos tenían otras más cosas en su desarrollo, como dar cuenta de lo hecho, debatir entre la crítica y las nuevas ponencias cara al futuro, así como elegir los nuevos cargos del partido.
Debo confesar que no conozco un desarrollo total de esa reunión y que mis apreciaciones no han obtenido mayor conocimiento que lo que se haya dejado traslucir a la prensa y que ésta, en su labor informadora y analítica, haya publicado, comentado y visionado, pero no mucho más allá de la que tenga el común del pueblo, así que pocas cosas más de lo del fango, del bulo y lo malísimos que son los del PP, he podido entresacar. Quizás esa novedad de lo que puede dar de sí la reducción del acrónimo pactado con sus socios de gobierno eliminando del mismo la versión final de Q+, la escasa renovación de sus cargos si no fuere más allá del reconocimiento a algún personaje nuevo en la Directiva como destacado «sanchista», o el anuncio que desde el Gobierno de la Nación se va a organizar una sociedad pública de la vivienda para hacer, muchísimas casas, sin decir dónde ni cuándo, pese a que el impulso político o las competencias constitucionales y estatutarias de la misma respondan en su orden a las Comunidades Autónomas y a los Ayuntamientos.
Como es natural por los años que tengo, recuerdo el pase del régimen anterior a éste de la Transición de un Ministerio de la Vivienda, por lo menos hasta que las CCAA fueron asumiendo esa competencia y esa responsabilidad. Los recuerdos más antiguos se centran en que aquellos titulares de esa cartera con Franco solían ser personas de las llamadas «afectas al régimen» y que todo ello les daba mucho rédito político ocupando grandes espacios en el NO-DO, información filmada de lo público que se nos ponía en los cines antes de las películas. Ahí quedaba reflejado cuántas veces Franco, sus ministros, gobernadores y alcaldes, o sus esposas, que también cortaban cintas inaugurando bloques de viviendas, nuevas barriadas o entregando las llaves de las casas a sus nuevos y felices moradores.
No han pasado tantos días como para no tener presente esa jornada en la que el Congreso de los Diputados, en señal de duelo por la riada, aparcara su tarea para mostrarse de pie y en silencio ante tanto dolor, pero qué poco les duró ese duelo a los socialistas «sanchistas» y a sus aliados cuando, por encima de ese luto, ese mismo triste día se empeñaron en elegir a los nuevos consejeros de RTVE.
¿Y qué ha pasado? Que nombrados esos consejeros casi como transgrediendo el silencio de un velatorio, hemos visto ahora que se han puesto unos sueldos que multiplican hasta no sé ya cuánto los que tuvieron los anteriores así que, con este panorama y en esa forma tan descarada de actuar, me pregunto qué nos va a costar a los españoles este nuevo capricho de Sánchez anunciado en su congreso de esta sociedad, remedo de aquel caduco Ministerio y del NO-DO.