OPINIÓN
Encuentros en la tercera fase
Que hablen los que tienen nuestra representación, que no es cuestión ésta de gobernantes, sino de representantes
Mañana hará una semana de las elecciones europeas. Unos dicen haberlas ganado y los otros también. La cuenta final entre los dos grandes partidos es que el PP ha obtenido 22 escaños, nueve más, y el PSOE, 20, uno menos. Y eso, teniéndose en cuenta ... que se nos había dotado con más puestos, con lo que se deja peor a quien baja y mejor a quien crece. Los conservadores, dos más, y, el resto, repartido en pequeñas dosis entre la extrema izquierda, el separatismo o el populismo. Y los canarios han logrado uno para el PNV. Todos contentos, qué le vamos a hacer.
Curiosa gestualidad de estos «neosocialistas» votando con la mano izquierda como queriendo resucitar la ceja de ZP, rituales de gente ducha en imaginación, aunque no en ejecución. Llamarse zurdos y hacer de la mano símbolo final, estrella de su campaña.
Hay ya mucho cansancio con este «neosocialismo» y sus socios de «su espacio a la izquierda». Ahora, encima, un 50% de abstención. Se nota ese cansancio desde el socialismo de Felipe González al centro de los populares. Y hasta en la derecha conservadora, adobada ahora con ese nuevo movimiento tipo Ruiz-Mateos, tal como naciera también para la izquierda europea, Podemos. Pero al presidente no le ha salido la cuenta y ha iniciado la 3ª Fase.
Todos defendemos la separación de poderes, ¿verdad? Pues bien, al legislativo, con todos los que le han apoyado por sus intereses, Sánchez lo tiene más que menos en sus manos, con un objetivo común, enclaustrar el centro derecha en lo que ya proclama las ultraderechas. Y del ejecutivo qué decir, pues, aunque se haya tenido que tragar más de un sapo, que lo tiene bien digerido. Pero aún no controla todo el tercer poder.
Llama la atención su obsesión por los jueces ya que, al fin y a la postre, es el único estrato de poder en España compuesto por funcionarios públicos, lo que debería ser lo máximo para una izquierda zurda tan opuesta a lo liberal y tan amante de la fuerza de Estado. Ni legisladores ni gobernantes tienen que ser funcionarios, pero los jueces, sí, aunque distintos de los demás funcionarios ya que, desde el primer puesto que alcanzan, en sus competencias y con todas las medidas propias de las garantías legales para la ciudadanía, son soberanos en sus destinos desde la 1ª Instancia e Instrucción hasta el Supremo. Lo que pasa es que, para ejercer su función, se nutren día por día de un grado de responsabilidad altísimo que, añadida a su propia formación jurídica, les hace ser temidos y envidiados finalmente por los otros dos poderes ansiosos de control.
La renovación del CGPJ, «en lo político», depende del poder legislativo, pero aquí eso no sirve. El Congreso y el Senado, presididos ambos hasta antier por socialistas, llevan cinco años esperando a lo que diga el Gobierno, incapaces sus presidencias de mostrar su independencia. ¿Qué tabú tiene inmovilizados a senadores y diputados? El poder. Lo más fácil es echar la culpa a la oposición cuya última línea de defensa se encuentra precisamente ahí, vistos los anteriores nombramientos hechos directamente por el poder.
Nada avanza si no se empieza por ceder. El PSOE ha mostrado sus estrategias y el PP sus principios, pero el Parlamento sigue callado cuando sus dos Cámaras son las que tienen que hablar, achantadas ante el poder durante estos casi cinco años de presidencias socialistas. Y ya va bien de tanta sumisión. Que hablen los que tienen nuestra representación, que no es cuestión ésta de gobernantes, sino de representantes.
El cuarto poder, más allá de Montesquieu, es la prensa, que necesita muchas cosas para sobrevivir y, entre ellas, que no te mire mal quien administra las inversiones públicas, pero, en una democracia, es sinónimo de libertad cuando se ejerce con profesionalidad y rectitud.