Opinión
Encrucijada
El panorama abierto ahora en Oriente Medio no puede ser más descorazonador pues, el escenario que la visión describía, poco se aparta de esta tremenda guerra
El Apocalipsis nos cuenta lo de un Libro sellado con siete sellos y de un Cordero degollado y que, cuando el Cordero abrió los siete sellos, habló de cuatro caballos. «Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser que decía: 'Sal'. Entonces salió otro ... caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande».
Escuché de un teólogo que a veces hay que leer las Escrituras 'de rodillas', aunque siempre con esperanza y en la misericordia del Señor. El panorama abierto ahora en Oriente Medio no puede ser más descorazonador pues, el escenario que la visión describía, poco se aparta de esta tremenda guerra.
Cuando se quiere entender el porqué de esta sinrazón, sea ya de los países contendientes con gobiernos formales o sea de partidos fundamentalistas allí radicados, pero con sus propias estructuras de mando y decisión, vislumbrar los sentimientos que han llevado a todo esto, es harto difícil.
Miremos por ejemplo los territorios y el número de habitantes de unos y otros. El ojo del huracán es una pequeña franja del litoral mediterráneo en la que se ha atrevido a restablecerse un pueblo que hace muchísimos siglos nació allí y allí vivió durante muchos más, que en su historia fue atacado y que atacó. Y que se defendió hasta que osó enfrentarse a la poderosa Roma y hubo de dispersarse por siglos en errante diáspora, aunque con su corazón puesto donde crecieron como nación. «El año que viene, en Jerusalén».
Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores ofrece una amplia ficha sobre el Estado de Israel muy generosa en datos y cifras. Lo primero que llama la atención es su superficie, poco más de 20.325 Km2, prácticamente como las provincias de Sevilla y Cádiz juntas. (Andalucía, ya lo saben ustedes, tiene casi 88.000 Km2). Eso sí, son más fértiles que nosotros ganándonos a los andaluces por más un millón de habitantes en una población en la que, por cierto, conviven judíos, algo más de siete millones, dos millones y pico de árabes y poco más de medio millón de drusos y cristianos. Sevilla y Cádiz, por ejemplo, tienen censada una población musulmana de 30.000 habitantes, aunque posiblemente muchos más inmigrantes por contar. Por contra, los países a los que se enfrenta Israel ocupan 2'5 millones de Km2 y viven en ellos casi 130 millones de personas.
Cuando hace un año veíamos estupefactos en nuestros televisores la tremenda masacre perpetrada por Hamás matando a más de mil personas y secuestrando a casi trescientas, le dije a mi esposa, «la que se va a liar». Y bien que se ha liado.
David enfrentado de nuevo a Goliat, trágico destino. David preparando una y otra vez su honda. Y sus letales piedras llegando más allá del testuz del gigantón. Destruyendo viviendas e infraestructuras, hiriendo y matando a miles de personas que no querían estar en esa guerra que se inventaron algunos teócratas.
El mundo occidental comparte mucho con el pueblo judío pues no en balde han convivido entre nosotros siglos formando parte de la construcción de nuestro pensamiento, investigando en la ciencia, formando a nuestros estudiantes, curando a nuestros enfermos, engrandeciendo nuestra industria y nuestro comercio o participando de la democracia tal como se entiende aquí, donde se pretende que todos quepamos aceptando unas reglas comunes de convivencia.
Más allá del Jordán muchas veces imperan otras razones políticas imbuidas de un específico mandato religioso que está por encima de la razón y, por eso, mientras está pasando allí lo que está pasando, aquí, a este lado del Mediterráneo, con una población musulmana importante entre nosotros, esto nos ha puesto de momento frente a una enojosa encrucijada, si Israel es punta de lanza o trinchera