OPINIÓN

Elecciones periféricas

Ahora nos quedan las europeas en las que se dilucidarán las influencias que izquierdas, centro o derechas vayan a tener para manejar los riquísimos fondos europeos, su trato político y su reparto

Los vascos tuvieron sus elecciones y los catalanes, también. Los vascos, en sus tres provincias, son algo más de dos millones y cuarto de habitantes y, miren, en nuestra provincia, que sólo es una de las ocho andaluzas, tenemos más de la mitad que todos ... ellos. Los catalanes, arriba o abajo, son algo más de siete millones y medio, mientras que aquí vamos camino de los nueve.

Galicia las tuvo un poco antes, así que llevamos tres convocatorias celebradas en este primer semestre además de las del año pasado, municipales, autonómicas y nacionales. Tantas campañas con tanto tejemaneje y trapicheo delante y detrás, han atascado sin duda la marcha de la máquina de gobierno.

Los vascos tienen su cosa fiscal propia y algunos catalanes quieren tenerla y como no se les da, inventaron aquel mantra cansino de que España les roba. Estos independistas, a la vista ha quedado, ni son tantos, (entre todos sólo han alcanzado algo más de un 43% de los votos), ni tan siquiera están tan respaldados, sufriendo una dura abstención en Cataluña de más del 42%, así que, con estas cifras, ya me dirán qué autoridad moral les queda que no sea el lamentable mercadeo de escaños que tan bien les va cuando en Madrid los gobiernos son débiles.

Estas tres citas electorales han dejado claro algo, que España ya no quiere experimentos. Sumar llegó a aglutinar hasta una veintena de partidos y, curiosamente, desde su nacimiento, lo que ha hecho es empequeñecer, teniendo que tragarse en Galicia, escandalosamente, donde nació al mundo y a la política su lideresa, no sacar ni un escaño. O que en el País Vasco o en Cataluña, disminuyera los que ya llegó a tener. Lo de Ciudadanos también ha sido un descalabro, que hay que ver lo que fue y en lo que se ha convertido perdiendo tantísimos votos. Y que Vox sigue en lo suyo.

Ahora nos quedan las europeas en las que se dilucidarán las influencias que izquierdas, centro o derechas vayan a tener para manejar los riquísimos fondos europeos, su trato político y su reparto.

Para las europeas votar Sumar en Europa es perder una oportunidad porque cada vez pintan menos y menos van a pintar según se va viendo su derrumbe. Otro voto irrelevante para Europa, si es que les queda algunas ganas de presentarse a su parlamento, sería el de Ciudadanos.

Cierto es que el PSOE avanzó en el País Vasco y también en Cataluña, pero habrá de verse cómo se alojan en las futuras coaliciones de gobierno o qué otros grandes gajos arrancarán del común de España en favor de estas regiones con tal de coger sillón. Lo de Galicia ya fue de libro, vamos, como le pasó con las autonómicas, las municipales y hasta con las nacionales, donde perdieron voto tras voto. Un valor fuerte para el CIS de Tezanos, sí, pero no sé yo qué va a poder valer en la palestra europea.

Europa tiene por delante, además de su cohesión, a Putin, China, Trump, Biden, las diferencias entre las naciones del Sur y las del Norte que tanto se dejaron ver con la crisis griega o incluso con ciertos prejuicios sobre nuestras políticas económicas, ese Brexit que no termina, la migración, la aparición de movimientos secesionistas, Ucrania y Rusia, Israel y Hamás, o el negacionismo y la creciente desconfianza que en algunos europeos se extiende sobre el futuro inmediato de esta Unión, amén de sus propios problemas internos que a cada instante amenazan con tambalearla.

Ahora, más que nunca Europa necesita de instituciones fuertes y bien armadas, con unos parlamentarios debidamente respaldados y no por quienes, en sus propios países, dependan de esos grupos minoritarios que les fuerzan a tanto disparate y les obligan a aceptar las ocurrencias de todos esos iluminados minoritarios sueltos por doquier.

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