El carné de conducir
¿Tiene dinero mi nieto para adquirir un coche? Obviamente, no. ¿Y tiene el PP votos en el Congreso para sacar sus propuestas de leyes? Pues, tampoco
Se lo decía este pasado domingo a una buena amiga y fiel lectora que gusta de ver mis comentarios y darme su semanal opinión.
Siguiendo con el del anterior sábado sobre el aprovechamiento de la Cámara Alta, me di de tope con la experiencia que, como a tantos otros jóvenes que han cumplido este año los 18, le ha tocado vivir a mi nieto mayor. Nada menos que la mayoría de edad, poder votar dos veces en menos de tres meses y sacar el carné de conducir.
¿Tiene coche mi nieto? Pues no, porque no le da «la mayoría de los dineros». ¿Qué hace para poder conducir? Pues ofrecerse continuamente para ir por cualquier recado o para llevar donde sea a quien sea.
Los senadores del PP deben aportar inteligencia y generosidad para entenderse con el centroderecha vasco y catalán. Y hasta con la derecha sin más. Que les dejen conducir el coche para que, en este tramo del viaje, se puedan satisfacer los compromisos políticos, sociales y económicos más perentorios para España y quizás, hasta con una oportuna contradicción, equilibrar posicionamientos en el Congreso a la hora de volver a votar las leyes que vuelvan corregidas desde el Senado, enmiendas que ni se atreverían a proponer en el Congreso esas formaciones pero sí que podrían satisfacer a muchos, sean de derechas, nacionalistas o socialdemócratas, más allá de románticas ensoñaciones decimonónicas que, vale, son y que deben tenerse en cuenta, pero en su justa medida. Un respiro en esta guerra de bloques.
¿Tiene dinero mi nieto para adquirir un coche? Obviamente, no. ¿Y tiene el PP votos en el Congreso para sacar sus propuestas de leyes? Pues, tampoco.
El candidato popular muestra cintura de negociador y eso, en principio, es bueno. Sólo ha vetado un grupo, Bildu, pero parece que está dispuesto a explorar cauces de entendimiento con los nacionalistas y, como era de esperarse, también con los socialistas.
Eso es bueno, como digo, y conveniente. Más, desde que ZP comenzara su batida de enfrentamientos entre españoles y que, sus discípulos, (ahí está la campaña), continúan afanándose en el empeño. En nada ayuda esta postura a nuestra estabilidad, ni genera riqueza alguna. Todo lo contrario, contribuye cada día a empobrecernos más como Nación fiable en el mundo y, además, por todas esas debilidades, nos aísla en los mercados internacionales y nos dificulta atraer inversiones o encontrar nuevos mostradores para nuestra producción.
Dos cuestiones. ¿Dónde piensan vender sus productos esas regiones separadas, en el resto de una España ofendida o en esa UE a la que trasladan su desunión? ¿Qué se puede pensar de una sociedad donde el empleo va por detrás de sus políticas y donde hacen crecer el público más que el privado?
Se puede y se debe ser diverso. Y diferentes. Y hasta opuestos. Pero antes, ser generosos y pensar en los millones de individuos que aquí estamos. En nuestros trabajos, nuestras pensiones, nuestras dificultades ante los precios de las cosas o los malos sucesos de la naturaleza, queriendo asegurar nuestro sistema de bienestar social. ¡Qué más da un diputado más o uno menos si por esas puyas, más propias de peleas de colegiales, se nos está castigando a todos!
En el espacio ideológico donde he navegado en mis servicios a la política está impregnado el espíritu de la comunicación y del entendimiento porque se parte de la idea de que nadie posee el don pleno de la verdad, que en una democracia lo más importante no es vivir de acuerdo, (que eso lo saben muy bien las dictaduras), sino poder convivir en desacuerdo a través del diálogo. Que ceder no es malo, porque ceder abre posibilidades, es entenderse. Cediendo todos, claro, no sometiéndose los demás al imperio de unos pocos. Ni nosotros, ni nuestro futuro, lo merecemos. En fin, en otoño se verá.
