112
Para nosotros es símbolo de amparo y seguridad pero en el Méjico de hoy significa la cifra diaria de muertes violentas intencionadas
Sigue López Obrador con sus cosas contra España. «El odio suscita querella», se dice en 'Proverbios', y este personaje parece que quiere aprobar todas las oposiciones del mal querer. Y eso que dicen que es tan mestizo como criollo, que su ascendencia materna es española ... y la paterna proviene de indígenas americanos y de africanos. Pero lo cierto y real es que se trata de otro producto 100% de la política que, desde sus 24 años, ya era un alto cargo y así lo es hasta hoy. Pura casta, despegada del mundo al que cada individuo se enfrenta a diario.
Como es natural en un español, no tengo ningún prejuicio por la mezcla de sangre. Imagínense, nosotros, producto de continuos cruces desde nuestros primeros pobladores peninsulares y arrastrando una herencia genética de fenicios, griegos, romanos, godos, musulmanes o judíos que tanto nos enriquece. A lo visto, la que mayor impronta nos ha dejado debe haber sido la romana, mucho más que a los demás países europeos excepto Italia, naturalmente, aunque dicho sea de paso, sus tierras también formaron parte de las coronas hispanas. Siempre me ha llamado la atención cómo, al separarse de nosotros, por encima de sus demás raíces, buscaron autodefinirse como latinoamericanos cediendo así el genérico de americanos sólo a sus vecinos del Norte. La hispanidad les llevó la latinidad.
El legado que quedó en América no se ha basó sólo en la lengua, la ley o la Cruz, que por supuesto, sino en la ciudad, en la civilidad, ya que, como si se tratara de Castilla o Aragón, se fueron erigiendo allí monumentales urbes reticuladas, precisamente como nuestros castros hispanorromanos, en las que, en torno a sus plazas mayores, aún se alzan hermosas catedrales, universidades, audiencias o municipalidades con más años que muchas de las nuestras. España, desde el primer momento, hizo de aquellas tierras extensión de la que aún seguimos pisando aquí, un continente donde dos comunidades, hasta entonces desconocidas una de otra, iniciaron una fusión para dar lugar a una nueva y potente cultura.
He releído este verano la 'Historia verdadera de la conquista de la Nueva España', de Bernal Díaz del Castillo, y he vuelto a asombrarme con aquella gesta de Cortés y sus escasos compañeros de aventura. Un magnífico ejercicio de diplomacia, el comienzo de una formal administración de lo público o una adecuada estrategia militar por la que, con tlaxcaltecas o totonaques en una guerra entre pueblos autóctonos, se pudo poner fin a la supremacía tiránica los aztecas.
Hoy, más allá de las empresas españolas repudiadas, del Méjico de López Obrador llegan otras noticias que causan espanto. Para nosotros 112 es símbolo de amparo y seguridad pero en el Méjico de hoy 112 significa la cifra diaria de muertes violentas intencionadas.
Hace unas semanas leía en ABC la trágica historia de una mejicana, madre de un niño autista, que fue quemada viva por sus vecinos en un municipio próximo a esa Guadalajara de Jalisco a la que tanto hemos cantado, «Guadalajara en un llano y Méjico en una laguna». Debió de morir entre atroces sufrimientos al tener achicharrado dicen que más del 90% de su cuerpo.
Estamos en el siglo XXI, Méjico lleva 200 años de independencia, sí, pero cosas como éstas me vuelven a traer al magín todos esos cráneos apilados en sus templos de tantos otros mejicanos sacrificados a la impiedad como ofrenda al dios Huitzilopochtili, patrón de su capital azteca, Tenochtitlán, cuando ni el Rey de España sabía que existían al otro lado del mar.
«El odio suscita querella pero el amor encubre las faltas», continúa 'Proverbios'. Señor AMLO, no juegue a ser un Señor MALO que enfrente a unos y a otros, déjenos a mejicanos y españoles propiciar nuestros propios espacios de entendimiento, amistad y fraternidad.