El apunte
La violencia invisible
«En su terrible adaptación, la violencia contra la mujer es cada vez más invisible. Más sutil, más perversa, más difícil de detectar»
Hoy es 25-N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una fecha para visibilizar esta lacra que necesita de nuestra atención siempre, todos los días, sin excepción, porque todos los días, todos, se ejerce violencia contra la mujer. Y es ... interesante recalcar esa palabra, esa acción: visibilizar, pues la violencia ha existido en todas las generaciones de la humanidad, pero en su terrible adaptación es cada vez más invisible. Más sutil, más perversa, más difícil de detectar.
Hace pocos años, resultaba más fácil poner una imagen a esta epidemia macabra. Golpes, moratones maquillados, muecas de dolor, lágrimas, sangre y crímenes. Siguen ahí. Ayer mismo nos levantábamos con el terrible asesinato de Estepa (Sevilla) y la detención por violencia de Género en Algeciras (ya había sido detenido en dos ocasiones anteriores la 'criatura'). Siguen ahí en mayor o menor medida y hay que exigir la mayor contundencia, más que a la sociedad, a la Justicia, y a nuestros legisladores y magistrados.
Sin embargo, se detecta en estos últimos tiempos una violencia menos detectable, más sibilina. Especialmente reproducida entre los adolescentes, donde la personalidad no está formada aún y cuerpos y mentes son más permeables. Insultos y técnicas de ridiculización, control abusivo, amenazas sutiles... multiplicadas tanto en acción como en efecto por este mundo entrelazado merced a las nuevas tecnologías. Ya ni el hogar es un lugar seguro al difuminarse las fronteras.
Necesitan de una mayor atención de todos los eslabones que componen la sociedad. Familia, amigos, profesores, vecinos... han de permanecer despiertos para detectar las señales de este tipo de actitudes que también son violencia. Los psicólogos entienden que muchas reacciones de las víctimas se ocultan bajo conductas propias de una edad difícil, pero trascienden este comportamiento.
Padres y madres, hermanos, el entorno en general, son los aliados de las víctimas. Y para erradicar de raíz este problema seguirá siendo vital la inversión en educación, la necesidad de lanzar mensajes homogéneos e inequívocos, siendo todos partícipes de que esto problema no es de un lado ni otro, sino que es global. Es un problema de todos. Y quien lo niegue también forma parte del problema.