APUNTE
Tiempo de promesas... incumplidas
Anoche arrancó la campaña electoral, que sume a los políticos en una frenética carrera
Anoche arrancó una nueva campaña electoral que mete de lleno a miles de políticos y sus correspondientes asesores en una frenética carrera cuya meta está fijada el próximo 28 de mayo. Literalmente a todos los políticos, fundamentalmente a aquellos que forman parte de alguna de ... los cientos de listas de los partidos a los ayuntamientos y las comunidades autónomas. Pero también a los que tienen responsabilidades en otras administraciones públicas, sobre todo a nivel nacional, ya que tomarán parte en numerosos actos de campaña previstos para apoyar a sus respectivos compañeros.
Esta carrera que oficialmente se inició anoche –aunque ya llevamos varios meses de precampaña en los que hemos visto y escuchado de todo– es tiempo de sonrisas, de fotos con simpatizantes, de kilómetros... pero sobre todo es tiempo de promesas. Unas promesas que en la mayoría de los casos posteriormente no se cumplen. En algunas ocasiones por la incompetencia de que quien las formuló. En otras sencillamente por ser irrealizables. Pero existe una especie de código no escrito entre políticos y la sociedad por el que en campaña «todo vale». Muchas veces, al reclamar el cumplimiento de alguna de aquellas propuestas electorales que se daban como hechas si el candidato que la anunciaba resultaba ganador, hemos oído aquello de «es que eso lo dijo en campaña».
Esa perversión de la política debe ser erradicada. Los representantes públicos no van a hacerlo porque no les interesa. A ninguno en ningún partido. Así que ha de ser la propia sociedad civil la que exprese con voz alta y clara que no está dispuesta a tolerar mentiras ni a dejarse engañar por cantos de sirena. Ni estando en campaña electoral ni durante un solo minuto de la legislatura.
Sólo así evitaremos frustraciones, desengaños como los que hemos vivido en los últimos años. Sin duda, uno de los que más falsas promesas ha hecho a lo largo de los últimos años ha sido el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Desde que no pactaría nunca con Bildu, a que tampoco lo haría con Podemos porque no podría dormir tranquilo. Ahora se ha metido de lleno en una vorágine que va desde la vivienda al transporte público gratuito. Si nos basamos en su nivel de credibilidad de los últimos años nada de ello se hará realidad. Pero eso hay que hacérselo ver antes de la única forma que se puede. Lamentarse después no sirve nada más que para adentrarse en el campo de la frustración.