EL APUNTE
Pudo ser aún peor
Sigue la instrucción un año después del accidente del autobús que arrolló a cuatro personas en Cádiz
Las ciudades, como las personas, guardan fechas en el calendario y en su retina que son inolvidables. Unas tienen el recuerdo agradable de un dulce momento, mientras que otras dejan en la memoria la estela de una tragedia difícil de olvidar con el paso de ... los años. Cádiz tiene grabada una de esas fechas trágicas en sus anales. Se trata del 9 de octubre de 2023, cuando un autobús del Grupo Medina entraba en el casco urbano por el segundo puente y en la glorieta de acceso a la avenida de Las Cortes perdía el control saltando al carril contrario y arramblando con todo lo que encontró a su paso. Eran las 15.45 horas y el entorno de El Corte Inglés estaba vacío. No era aún la hora punta de la salida de los alumnos de la Escuela de Artes o del trasiego del barrio de Astilleros. El autobús dejaba a su paso una estela de horror y muerte con tres fallecidos en el acto y un cuarto, que murió horas después en el hospital. Un año después de este suceso, su instrucción sigue abierta bajo secreto de sumario y con la vista puesta en el posible fallo técnico del autobús. El conductor, que dio negativo en las pruebas de alcohol y drogas, explicó que los frenos del vehículo dejaron de funcionar cuando abandonó la pendiente del puente para entrar en la ciudad. Ese fue el momento en el que perdió el control hasta precipitarse a la acera contraria. Días después de la tragedia se puso en duda la señalización y la velocidad que regulan ese acceso a Cádiz por el segundo puente. De hecho, las autoridades locales y la Jefatura Provincial de Tráfico establecieron una mesa técnica para abordar este asunto, sin embargo, la conclusión era muy clara: tanto la velocidad como la distribución de las señales eran la correcta. Algunos, los más osados, se atrevieron a recordar que un accidente de esta magnitud no se habría producido si se hubiera respetado el proyecto inicial del segundo puente, es decir, su desembarco en la ciudad en trinchera o en túnel. Está solución, aportada en su momento por el ingeniero y autor del segundo puente, Javier Manterola, quedó descartada de plano al comprobar desde el Ayuntamiento que la presencia de un túnel en el entorno de El Corte Inglés aislaba a los vecinos de la avenida de la Bahía, por un lado, y a los residentes del bario de Astilleros, por otro. Según los técnicos locales la presencia de los muros para el túnel provocaban un efecto de separación más que de integración. El descarte del túnel, a pesar de que ya estaba recogido en los planos de Manterola, obligó a recalcular la entrada en la ciudad y, sobre todo, a forzar la pendiente de la plataforma del puente para que su desembarco fuera lo más suave posible.
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