APUNTE
Las playas en el debate político
El Ayuntamiento aprueba ordenanzas para un espacio que tiene completamente abandonado
Sin el menor lugar a la duda, las playas de nuestra provincia son el mayor lujo al alcance de la mano que tienen los gaditanos. Un espacio del que disfrutar libremente durante todo el año. Obviamente, de muy distintas maneras, según la época. Pero su ... disfrute no se limita a tomar el sol y bañarse en verano. Va mucho más allá. Por eso es indispensable que estén en perfecto estado de revista los 365 días del año. La inmensa mayoría de los responsables públicos de los municipios costeros lo han entendido a la perfección y desde La Barrosa en Chiclana a Valdelagrana en El Puerto o Los Bateles en Conil lucen esplendorosas de enero a diciembre.
Precisamente uno de los municipios que más debería velar por ello, por aquello de ser la capital de la provincia, es la que hace una mayor dejación de funciones año tras año. Las playas de Cádiz lucen un estado de abandono lamentable y tan sólo en la época estival se le hace una pequeño lavado de cara. La arena apenas se redistribuye tras los temporales de invierno, dejando a la vista numerosas irregularidades. La escalera de caracol que da acceso a la playa justo al lado del espigón de Santa María ha estado meses vallada por suponer un peligro para el usuario debido a su mal estado de conservación. Cuando por fin se arregló, siguió inutilizada ya que en la zona de abajo hay tal escalón que resulta imposible acceder a la arena sin correr el riesgo de provocarse una lesión. Hay cables y alcantarillas a la vista y la vigilancia es nula. Incluso en los meses de verano la Policía Local no realiza los servicios extraordinarios de vigilancia al seguir vivo su conflicto con el Ayuntamiento. Esta falta de presencia de agentes de la autoridad provoca que no se respeten las normas cívicas mínimamente exigibles, como los juegos de pelota en zonas donde están los usuarios o la bajada de perros, que campan a sus anchas sin correas ni bozales.
Ahora el Ayuntamiento ha aprobado una ordenanza para el uso de las playas. Para determinar dónde se puede practicar deporte, cuándo bajar animales, dónde desprenderte de la ropa e incluso dónde fumar. Todo eso –que pese a la aprobación inicial sigue sin aclararse cuáles son las zonas acotadas para esos fines– tampoco sirve de nada, ya que no hay nadie que vele porque se cumpla lo aprobado. Así pues, los gaditanos disfrutan de sus playas, que son, sencillamente, playas sin ley.