El Apunte
La pesca artesanal y su negro futuro
No hay mayor faena que no tener faena. Cádiz ha perdido el tren y ahora se afana en perder hasta los barcos
No hay mayor faena que no tener faena. Cádiz ha perdido el tren y ahora puede perder hasta los barcos, el otrora principal sustento de esta tierra eminentemente marinera por sus kilómetros de costa y la riqueza de sus mares. Sin embargo, es que esto ... resulta insostenible. La pesca artesanal es una tradición, pero ante todo es un oficio, un empleo, y en la línea del horizonte no sólo se atisban tormentas, sino nubarrones negros que opacan la luz del sol.
No hay futuro. Es un trabajo duro, incómodo, exigente físicamente, incierto y con unos horarios difícilmente compatibles con el ritmo vital. Aún así, hay gente, sobre todo estirpes, que de generación en generación van tomando el relevo y se afanan por mantener viva esta llama. Cierto es que ya los jóvenes se están quedando por el camino y es de esas profesiones casi condenadas, sino a la desaparición, a la mínima existencia. Pero ya este último golpe amenaza con llevar al sector a la ruina, a la muerte.
El alga invasora ya asola la costa de la Luz, desde Málaga hasta Conil, y sus consecuencias se aprecian a simple vista. Pueblan las playas, ensucian la orilla y los mares y son un enorme engorro para el turista (y obviamente el lugareño) que viene a disfrutar de las aguas limpias de nuestro litoral. No obstante, es sólo la superficie. Esta especie, la conocida como alga asiática o Rugulopteryx okamurae, se ha asentado en los fondos marinos, ha esquilmado tanto fauna como flora y está provocando el colapso de la pesca. Las redes recogen kilos y kilos de algas cada vez que afloran, y ese peso termina por romper y resquebrajar no sólo las mallas sino también la economía familiar.
Desde las administraciones públicas reaccionan con timidez y lentitud a una situación que se multiplica cada día, que se agrava por momentos. Hay que acelerar pues en nuestra provincia se está generando un problema laboral y social y parece que sólo se intervendrá con determinación cuando termine afectando al turismo.
Al pescador sólo le queda rendirse o, como siempre, esperar hasta que amaine el temporal. Pero no tiene buena pinta.