El apunte
Un paso atrás contra la violencia machista
Este trimestre ha crecido el número de mujeres que prefieren no declarar contra su agresor
Los fríos números, registrados en contexto, suelen decir la verdad. Pero hay quien se acostumbra a torturarlos para que acaben diciendo lo que ellos quieren escuchar. Al analizar las estadísticas que conciernen a la violencia machista, los extremistas populistas pronto las manejan a su antojo ... para reforzar sus discursos. Y cuando interviene la ideología y el vil negocio que la secunda en problemas de índole transversal, la consecuencia es el fracaso de la política y sus medidas.
Es constante (y triste, indignante, desesperanzador...) que continúen aumentando las denuncias de víctimas de violencia machista. Resulta una de las principales lacras de la sociedad actual. La violencia no tiene género, es inherente al ser humano, pero es obvio el carácter particular de este tipo de violencia sobre la mujer. Las muertes anuales empiezan a bajar aunque cada asesinato es un fracaso colectivo.
No obstante, las denuncias no han alcanzado el pico y siguen creciendo. No es que la sociedad actual sea más machista que la de hace dos décadas (insultante e infame este discurso), ni hay más violencia ahora que antes, pero la diferencia radica en que ahora las féminas están dispuestas a denunciarlo ante la Justicia.
De ahí la pésima noticia de que en el último trimestre hayan aumentado las víctimas que no declaran contra su agresor. Un paso atrás que obliga a revisar los protocolos, los trámites y ese tránsito que ha de recorrer la mujer que denuncia, en muchas ocasiones a su propia pareja o expareja. Hay miedo, terror en muchas ocasiones; dependencia emocional en otros casos. Razones que propician que se acojan al derecho a no declarar y por tanto esto pueda lugar al archivo del procedimiento si estaba en fase de instrucción o al dictado de una sentencia absolutoria en el juicio oral.
La Junta, ya gobernando con mayoría absoluta y las manos libres, ha reactivado las comisiones contra la violencia de género en las ocho provincias andaluzas. El camino es largo y exige firmeza, pues cualquier titubeo puede desembocar en consecuencias realmente graves.