el apunte
El mejor homenaje a Paco de Lucía
Cádiz mira al otro lado del charco, a Nueva York, donde se reverencia la figura del maestro de la guitarra; un genio que se fue hace diez años, pero que nunca puede morir
«Que se calle la guitarra y pare el compás, que le pongan al bordón, un crespón negro, 'mu' negro». Diez años, diez, desde que su compadre Antonio Martín le dedicara esta copla «al más grande de los genios». Esta tierra pródiga en artistas ha ... parido incontables maestros pero pocos, muy pocos de la talla de Paco de Lucía.
Su figura es tan enorme, de dimensiones titánicas, que el mayor homenaje a su figura una décadas después de su muerte se ha gestado en Nueva York, en el mítico Carnegie Hall, muy lejos de su Algeciras natal. Con todo un océano de por medio. Queda siempre esa duda, de si los dioses del arte pueden ser profetas en su hogar. Nadie discute que su figura es reverenciada al sur del sur, algo menos en otros puntos de esta provincia tan diseminada, pero chirría que el museo dedicado a su obra y talento aún no sea una realidad (por fortuna, queda poco).
Quizás es que su influencia es superlativa y cualquier homenaje se le queda escaso. Tal vez el flamenco todavía se mantiene guardado en cotos más cerrados, lo que le permite proteger su esencia mejor que otras disciplinas similares. La cuestión es que el rasgueo de su guitarra ha retumbado en el Times Square pero aquí apenas se ha terminado de sentir.
En esta sociedad falta pedagogía para transmitir valores, conceptos y enseñanzas de generaciones anteriores. Pronto se cataloga de nostálgico a quien avista recurrentemente al pasado, pero ¿cómo sería la guitarra, cómo sería el flamenco, si no hubiese existido Paco de Lucia? Seguramente, algo muy distinto. Probablemente, algo mucho peor.
Somos las semillas que plantaron nuestros abuelos, guste o no, y en estos tiempos líquidos nuestro deber es promocionar esos valores sólidos. Como el de Paco de Lucía, como el de la guitarra española, como el del flamenco. Esas cosas que resisten en una sociedad de consumo rápido que degusta lo efímero a diario y por ello anda tan desorientada.
Hay que reivindicar, cada día, cada año, cada década, que como decía esa copla, «en Cádiz los genios nunca mueren»,