El Apunte
Un gran desafío que exige tomar decisiones
La proliferación de viviendas turísticas necesita de un control para no lamentar el efecto tan negativo que provoca sobre la sociedad
El turismo es una bendición económica y laboral para una provincia tan maltratada como Cádiz y desolada en las últimas décadas por la penosa reconversión industrial. Pero esta fuente de ingresos que es el principal motor de la zona puede derivar en consecuencias muy negativas, tanto, que pueden arrastrar a un nuevo fracaso. Saturación, gentrificación, inflación en el costo de la vida, deterioro y contaminación... se pueden referir fábulas como la gallina de los huevos de oro y expresiones como morir de éxito para ilustrar el posible fin del camino de un turismo descontrolado.
No es un fenómeno que atañe exclusivamente a Cádiz, sino que es global y afecta a esos destinos que atraen el visitante. El 'problema' es el mismo, pero los efectos son distintos en función de las decisiones que se han adoptado para su control, un término más adecuado que limitación o prohibición. Uno de los clavos es la proliferación de las viviendas turísticas, cuyo crecimiento resulta exponencial y su impacto es abrumador. En la capital ya triplica la oferta en las plazas hoteleras, originando en muchas ocasiones una competencia desleal, daños en la hostelería y saturación por el exceso en la población.
La Junta de Andalucía trabaja desde hace meses en un decreto para impedir que sigan germinando sin control, lo que a su vez multiplica el problema de la vivienda en la capital gaditana. El Pleno ha aprobado por unanimidad instar a la administración andaluza a que apruebe definitivamente la norma que regula este tipo de alojamientos. Es un gran desafío que existe tomar decisiones, contundentes, pero también con delicadeza, con pulcritud, con precisión quirúrgica, para no vulnerar derechos fundamentales del ciudadano ni perjudicar a otros y que paguen justos por pecadores.
Así que esta limitación se basa en estudios técnicos, en obligar a la instalación de medidores de sonido, la limitación del número de plazas o la obligatoriedad de contar con sistemas de refrigeración y calefacción. Apartados para sortear las normas del libre mercado.
Además, hay que actuar en los barrios donde existe esa saturación, lugares como la Viña. Pópulo o Santa María, pero no actuar sobre aquellos distritos en lo que no existe problema y se le limita absurdamente el desarrollo. Con esas herramientas, nuestros representantes disponen de argumentos sólidos para que en un futuro no haya que lamentarse de un desastre que se vio venir.