APUNTE
Un drama que requiere consenso
La sequía que asola a la provincia de Cádiz y a toda Andalucía no debería ser un arma arrojadiza entre políticos
Sin duda, uno de los principales retos de futuro a los que se enfrenta Andalucía en general y la provincia de Cádiz en particular es la gestión del agua. Buena parte de la riqueza de nuestra comunidad proviene del campo y, a estas alturas del ... siglo XXI, la escasez de lluvia debería ser un problema coyuntural, no un drama como el que vivimos a día de hoy. Épocas de sequía ha habido muchas a lo largo de la historia, no es nuevo. Pero hoy día se puede estar mejor preparado para cuando llegue una mala racha como la actual.
Para ello, lo primero y principal es acabar con los enfrentamientos políticos y partidistas ridículos y afrontar este asunto como lo que es: un tema prioritario que hay que abordar a medio y largo plazo. El primer paso es construir infraestructuras hidráulicas que permitan el trasvase de agua de norte a sur, por una simple cuestión de solidaridad.
Y después aumentar el número de presas, pantanos, desaladoras y de todo lo necesario para aprovechar hasta la última gota que caiga del cielo o que ya exista en el subsuelo. Como en tantos otros asuntos de envergadura –sanidad, educación– los tacticismos políticos son un lastre que miles de familias andaluzas y no pocas gaditanas no se pueden permitir.
Las declaraciones del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, afirmando que el agua va a liderar el impulso de la obra pública en Andalucía este año, con una previsión de licitar «más de 400 millones de euros en infraestructuras hidráulicas» es sin duda una excelente noticia.
Además, la próxima semana se aprobará el tercer decreto de sequía con más de 160 millones de euros de inversión. El movimiento se demuestra andando y ahora mismo la prioridad es solventar la dramática situación actual, pero sobre todo poner las bases para que nunca se vuelvan a repetir en el futuro. Polémicas como la suscitada por la regularización de los regadíos de Doñana no sólo no ayudan a mirar al futuro con cierto optimismo, sino que lastran el presente. Un presente que se presenta dramático no sólo para la gente del campo, sino para el común de los ciudadanos, ya que la falta de agua provoca escasez de productos y por tanto, un encarecimiento de los mismos que repercute directamente en la cesta de la compra.
Diálogo, consenso y la vista puesta a largo plazo. Todo lo que no sea eso es alargar la agonía.