APUNTE

El desamparo del suma y sigue en la calle

El nuevo fallecimiento que se ha registrado en el centro de la capital demuestra la falta de iniciativas útiles del Ayuntamiento en materia de sinhogarismo

Hay silencios que lo dicen todo. Si ayer, en este Apunte denunciábamos el ventajismo del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz señalando al Consistorio de El Puerto por el crimen de Valdelagrana, hoy hay que señalar que ese mismo equipo ha guardado un mutismo ... absoluto respecto al fallecimiento de una persona sin hogar en su núcleo urbano. Con la estrategia habitual de pregonar a pleno pulmón los fallos ajenos y marcar una férrea censura sobre los propios, desde la Delegación de Asuntos Sociales se ha pasado de puntillas por el fallecimiento de este ciudadano portugués, al que le recriminan que no quisiera acudir a los centros municipales para este colectivo tan vulnerable. Elegantes hasta el final, culpan a la víctima de la situación.

Las críticas que le llegan a la gestión de la población sin hogar son constantes desde que el equipo de Kichi se hizo con el poder en San Juan de Dios. Asociaciones que trabajan con estos colectivos (a los que, desafortunadamente para los acostumbrados portavoces radicales, no se podrá motejar de fascistas con la libertad acostumbrada) le han recriminado en más de una ocasión al Consistorio gaditano su falta de atención con los sintecho de la capital. El goteo de fallecimiento de personas que se encuentran en esta situación es una muestra de que no se están poniendo los remedios a este mal que empieza a convertirse en endémico en la capital.

La asociación Despertares puso ayer el dedo en la llaga a la hora de valorar la actuación del Ayuntamiento gaditano. Su análisis criticaba la labor de los supuestos grupos de trabajo para hacer un seguimiento a las personas sin hogar (según ellos mismos decían, tan reducidos de personal que no se encuentran) y, sobre todo, se preguntaba por cómo se están gestionando los albergues para que los sintecho prefieran el riesgo de pasar la noche al raso antes que acudir a ellos. Si se deja languidecer este tipo de infraestructuras las consecuencias son inmediatas: una peor atención a un colectivo vulnerable que debe pasar por el drama diario de vivir solo y por la tragedia vivir de morir solo.

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