el apunte
Cádiz se prepara ante su mayor reto ambiental
La previsible subida del nivel del mar debido al cambio climático arrasaría parte del litoral gaditano si antes no se toman medidas
No se puede confundir alerta con prevención, y a menudo se hace con fines interesados. La subida del nivel del mar es un hecho irrefutable, más allá de que se puedan discutir los motivos. La polución ambiental y el daño a la capa de ozono, ... nuestra protección ante la irradiación solar, puede ser la responsable del aumento de la temperatura del planeta, el derretimiento de los casquetes polares y por tanto la crecida del agua. O puede no ser tanto por intervención humana, sino que forme parte del ciclo vital de un mundo en constante cambio, aunque sean lentos y se cuenten por millones de años. Los científicos discuten sobre las causas, pero son mucho más obvias las consecuencias.
La subida del mar supone la desaparición del litoral gaditano tal y como lo entendemos. Las imágenes son elocuentes, como las filmadas hace pocas semanas en los Caños o el Palmar con las olas arrastrando todo a cada paso y devorando las últimas lenguas de arena, golpeando los acantilados rocosos. Las fuertes mareas del último mes de agosto provocaron severos daños en las frágiles infraestructuras que se sitúan a pie de playa o sobre la arena misma. No es nuevo, pero los estudios lo avalan. Ya se registran subidas del nivel medio del mar de entre 0,45 y de 0,65 metros.
El mar no va a fagocitar la provincia de Cádiz ni hoy ni mañana. Pero ya hay expertos que trabajan para que el impacto sea el menor posible. En 2023 se creó la Estrategia de Adaptación al Cambio Climático en Diputación. Amén de los estudios, hay que actuar. Y con tiempo por delante existen vías de solución. Destacan la utilización de la ingeniería ambiental, las nuevas tecnologías, una mejor gestión de los recursos hídricos, a lo que se suman medidas para la educación, formación y concienciación y la necesidad de legislar en consecuencia.
Los informes aseguran que la costa gaditana es «muy vulnerable», especialmente la Bahía, la Costa Noroeste y las marismas del Guadalquivir, en la desembocadura del río. Que zonas urbanas como los Caños y Zahara, con cotas tan bajas, están en permanente peligro ante el paso de vendavales. Y que un desastre ecológico y medioambiental acarrearía un drama económico y social por la dependencia de esta tierra con respecto al mar: sector pesquero, almadrabas, puertos, astilleros o turismo. Por ello todos, desde instituciones a ciudadanos y haciendo hincapié en la figura del investigador, hay que ser conscientes de que debemos prevenir y actuar antes de que sea demasiado tarde.