El apunte
Los agentes necesitan un respaldo mayor
Los encargados de nuestra seguridad piden no tengan que elegir entre su vida o el banquillo de los acusados durante sus actuaciones
Las imágenes son durísimas, estremecedoras e ilustrativas. Necesarias para entender las sensaciones, emociones y, sobre todo, el riesgo que sufren nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad durante sus operaciones, sin el romanticismo o la acción desenfrenada de las películas. En ese vídeo de poco más ... de doce minutos, los agentes de la Guardia Civil, en una pequeña embarcación, se enfrentan a seis narcolanchas pilotadas por delincuentes (todos tienen delitos previos) dispuestos a pasarles por encima. A arrollarlos, literalmente, como ocurría en la trágica noche del 9 de febrero.
Y no sobran las palabras. Son pocas. Durante un instante, se escucha gritar: «¡Quillo saca el arma, vienen a por nosotros. Dispara al aire!». Un grito de desesperación. La vida de seis servidores del orden y la ley, de nuestros protectores, está en peligro y sólo cuando están al borde del precipicio se plantean disparar. Como medida disuasoria. Esa vez no fue suficiente. Fallaron los protocolos, pero también se mostraron las carencias de esas 'reglas de enfrentamiento' bajo las que se cobijan las actuaciones policiales en cada país.
El nivel de agresividad de los narcos ha aumentado considerablemente. Más armados, más furiosos, con mayor sensación de impunidad. Por ello, altos mandos han pedido al Gobierno que endurezca estas normas, que les ofrezca mayor respaldo, que en esos amargos instantes de tensión no tengan que elegir entre su vida o el banquillo de los acusados y/o el señalamiento profesional. Demandan esa proporcionalidad que regula precisamente la actuación de policías y guardias civiles, y que en estos momentos no se logra por la diferencia de medios y de movimientos.
Entre las demandas, piden poder disparar a los motores de las narcolanchas durante las persecuciones, al igual que recogen protocolos de países vecinos y en la misma órbita y similares valores, como Portugal, Francia o Estados Unidos. Los remilgos del actual Gobierno y de sus socios, los complejos infantiles propios de populistas ajenos a la realidad, pueden servir para el depauperado debate político, pero en esos momentos donde la vida está en juego, el 'buenismo' es un pasaporte al fracaso porque ambas partes no manejan el mismo lenguaje. Lo saben los agentes, se aprovechan los delincuentes y hasta lo advierten los propios espectadores cuando, incrédulos, se preguntan: «Pero, ¿por qué no ha disparado?, ¿por qué no ha disparado?»
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