Opinión
Sentir el cine. La grandeza de la sala oscura
Hemos crecido con Tarzán, James Bond, Indiana Jones, la Guerra de las Galaxias, Harry Potter o el Señor de los Anillos…
El cine intenta buscar supervivencia. Las salas acogen cada vez menos espectadores pero la pantalla grande se niega a cerrar definitivamente las cortinas. Había un tiempo, ya muy lejano, en que las pantallas estaban protegidas por cortinas que se abrían al inicio de la proyección. ... Ibas a entrar en otra dimensión, en un mundo mágico en que por espacio de dos horas podías olvidarte de lo que te esperaba fuera de la sala. Hemos crecido con Tarzán, James Bond, Indiana Jones, la Guerra de las Galaxias, Harry Potter o el Señor de los Anillos… Personajes racistas, machistas, belicosos, violentos, pero cuando fuimos niños no éramos conscientes de ese mal que, nos aseguran los mayores, existía. En aquellos años te dejabas envolver por la magia y el sonido de la pantalla en la sala oscura, compartiendo con los personajes sus momentos de tensión o emoción, siendo parte de ellos e imaginando como el resto de los espectadores, poder emular sus aventuras cuando salieras de la sala. Gracias al cine no soñamos en blanco y negro, soñamos en tecnicolor.
Comentaba el otro día uno de los compañeros que asiste a los pases de prensa que el cine se ve mucho mejor en casa. Realmente, no ves cine porque no vas a la sala ves películas que, es diferente. Puedes ver una película en el cuarto de estar con tu televisión de 55 o 65 pulgadas, incluso con sonido envolvente; ponértela en el iPad mientras viajas de Madrid a Cádiz o viceversa o recurrir al teléfono móvil para ver en mini pantalla como se besan o como se matan los protagonistas.
El cine es otra cosa y tampoco es soportar a un grupo de adolescentes o menos adolescentes cuchicheando, tomando palomitas o sorbiendo con la pajita el refresco de turno. El cine es silencio. Dejar que te cuenten historias desde una pantalla y vivir colectivamente las lágrimas , las risas , los sobresaltos, las emociones... En el cine no vale decir «voy a por agua, parala o ahora me lo cuentas» tampoco ponerte a hablar con la amiga o el hijo en mitad de la proyección; ni escuchar el sonido del teléfono o wasapear en el grupo de padres. En el cine hay que ver y callar y seguramente comentar si vas acompañado cuando se enciendan las luces y muestres tu emoción por lo que has visto o te acuerdes del padre del director o directora si la película ha resultado ser un tostón. El cine educa y entretiene o incluso es un espectáculo que solo puede disfrutarse en su máxima expresión en la pantalla grande . La historia de la recién estrenada «Avatar. El sentido del agua» no me interesa, pero sí el torrente de imágenes, sonidos y sensaciones que transmite la película de James Cameron. La certeza de que filmes como éste pueden revitalizar las salas, recuperar espectadores que sientan esas emociones que solo propaga la sala oscura.
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