OPINIÓN
'No, no quiero' denuncia los matrimonios forzosos
¿Cómo podríamos explicar a nuestras hijas y nietas , de quince o dieciséis años, que van a casarse con alguien a quien no conocen y que tendrán que dejar sus estudios, sus amigos o su familia, porque sus vidas ya han dejado de ser suyas y ya no podrán tomar decisiones sobre su futuro?
He visto esta semana un pase previo a su estreno de 'En nombre de la tierra', basada en la novela 'Los campesinos', del nobel polaco W.S.Reymont. Más allá de su técnica, pues está rodada primero con actores en escenarios reales para después pintar ... al óleo fotograma a fotograma, la película se centra en una joven que, por conveniencia, es prácticamente obligada a casarse con un hombre mucho mayor que ella, un rico terrateniente a cambio de recibir tres hectáreas de terreno.
Los hechos se sitúan en los inicios del siglo XX en la campiña polaca en un pueblo, donde las mujeres son sometidas por el poder patriarcal. Muchos años después, en 2023, somos testigos, y habitualmente mudos, de los matrimonios forzados de jóvenes e incluso adolescentes de países que mantienen esa tradición. El documental 'No, no quiero' recuerda que hay 652 millones de niñas y adultas en el mundo casadas forzosamente por sus familias siguiendo tradiciones de sus países. Lo peor es que cada año continúa habiendo unos 14 millones de matrimonios de estas características.
La película de Belén Santos se centra en cuatro jóvenes Ata y Ami , ambas de familias africanas, nacidas en Cataluña; Jamila de origen marroquí, nacida en Andalucía y María de Bangladesh, aunque crecida en Badalona. Son todas ellas mujeres que han desarrollado su vida en España y de buenas a primeras se vieron conminadas a casarse con alguien a quien no conocen y que vive en el país de donde son originarios sus padres.
Las cuatro comparten el haber sido víctimas de un matrimonio forzado y las cuatro, también fueron capaces de rebelarse ,enfrentándose a sus familias, dejándolo todo e iniciando una nueva vida. Además de su amistad también comparten el compromiso de acompañar a otras jóvenes que viven situaciones parecidas a las que ellas se enfrentaron. En realidad, los matrimonios forzados son una forma de esclavitud moderna que está tipificado como delito en el artículo 172 de nuestro código penal, aunque en Occidente estas prácticas apenas son conocidas a pesar de que son cada vez más el numero de inmigrantes procedentes de estos países que llevan a cabo estas prácticas aberrantes, se mire por donde se mire.
¿Cómo podríamos explicar a nuestras hijas y nietas, de quince o dieciséis años, que van a casarse con alguien a quien no conocen y que tendrán que dejar sus estudios, sus amigos o su familia, porque sus vidas ya han dejado de ser suyas y ya no podrán tomar decisiones sobre su futuro?
Nos parece incomprensible pero muy cerca de nuestras casas está ocurriendo. Si no aceptan, como ocurre con las protagonistas de «No, no quiero» encontrarán el rechazo de su entorno familiar y de sus comunidades. El documental detalla como se enfrentan a los problemas psicológicos que vienen de estas situaciones y como tratan de superarlos.
Es una película en la que cobran fuerza los testimonios de las cuatro jóvenes, al mismo tiempo que es una denuncia sobre esta forma de esclavitud que afecta a millones de mujeres obligadas a casarse para mantener las tradiciones de determinados países.
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