Opinión
Mr Marshall pasó de largo
Berlanga recurre a los sueños para de forma individual dar forma a las ilusiones de un pueblo
Hace setenta años que «Bienvenido Mr. Marshall» llegó a las salas españolas. Bajo el falso envoltorio de película folklórica, la segunda cinta como director de Luis G. Berlanga, con guion del propio Berlanga, Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura, estaba llamada a ser un referente ... en la historia del cine español.
Es difícil que haya alguna persona, salvo los más jóvenes, que no visualicen secuencias de la película o cuanto menos, no recuperen en su memoria imágenes como aquella del alcalde Pepe Isbert junto al representante de artistas, Manolo Morán, en el balcón del ayuntamiento dirigiéndose al pueblo: «Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo os la voy a dar.» No hubo explicación mientras resuena en nuestros oídos aquella canción «Americanos os recibimos con alegría…», que hemos rememorado en muchos momentos de nuestras vidas.
«Bienvenido Mr. Marshall» es un fresco de la época, un retrato de un pueblo que no puede cumplir sus sueños. Todas las esperanzas, los pequeños deseos se diluyen cuando los americanos pasan de largo y no aportan su ayuda a la reconstrucción de un pueblo, un país que no ha superado la destrucción que supuso la guerra civil.
Las gentes de Villar del Río sueñan con pequeñas cosas que los ayuden a mejorar la labranza, la escuela , la ganadería , el día a día sin recibir nada extraordinario.
Berlanga recurre a los sueños para de forma individual dar forma a las ilusiones de un pueblo. «Bienvenido Mr. Marshall» define el cine de Berlanga. Desde esta película sus historias son corales, no hay un protagonista definido y son muchos los que cobran peso en la trama atropellándose con sus conversaciones o acudiendo en tropel a solucionar tal o cual problema. Otra de las características de su cine es la ternura con la que trata a sus personajes y donde el peso de la autoridad, alcalde maestro, cura o llegado el momento, guardias civiles se diluye en el ir y venir de los otros personajes que, también buscan su espacio.
Berlanga dotó a su cine de un humor en que nos reímos de nosotros mismos, de nuestros defectos e incluso de nuestras verdades. Siempre queda un poso en sus `películas que las hace absolutamente vigentes porque «Bienvenido Mr. Marshall» no ha envejecido como tampoco «Plácido», «El verdugo» o incluso «La escopeta nacional». Hay ironía y cierto sarcasmo en sus historias, pero sobre todo critica de temas que la censura solía prohibir como la hipocresía de las clases altas, la religión o la pena de muerte y que hábilmente escondía al tratarlos en un contexto de comedia .
Se cuenta que Franco sabedor de la militancia comunista de Juan Antonio Bardem comentó que en él no estaba el peligro que quien era auténticamente peligroso era Berlanga .
Debió pensar lo mismo el actor Edward G. Robinson que como jurado del festival de Cannes protestó airadamente por ver como las banderitas norteamericanas se perdían por las alcantarillas cuando el pueblo de Villar del Río dejó de soñar.
Berlanga nos invita a seguir soñando con su legado cinematográfico.