opinión
Cuando Hollywood era una fiesta sin fin
Alcohol, drogas ,sexo, música y el deseo de ser estrellas en aquel Hollywood dorado que todavía no había empezado a hablar
En 1959 el cineasta experimental estadounidense Kenneth Anger publicó en Francia «Hollywood Babilonia» un compendio de los escándalos de la época en la meca del cine y que no se editó en el país norteamericano hasta 1965 para ser censurado poco después. En España, la ... primera edición data de 1985. Aquel ensayo aireaba los trapos sucios de un Hollywood que se consideraba intocable y lo que en él se contaba, mostraba una ciudad frenética, Los Ángeles, donde el libertinaje y el riesgo estaban a la orden del día.
«Babylon», de Damien Chazelle, el director de la exitosa «La, La, Land» sigue la estela de aquel libro y de otras películas cuyo argumento refleja la vida de los primeros integrantes de la industria de Hollywood como fueron los casos de «Good morning, Babylonia» de los hermanos Taviani; «Así empezó Hollywood», de Peter Bogdanovich o la reciente «Erase una vez en Hollywood» de Quentin Tarantino.
«Babylon» es un exceso, pero un exceso de los que sube la adrenalina desde el minuto uno . Un arranque frenético con una fiesta orgiástica en la mansión de uno de los magnates de Hollywood en que el punto más alto lo pone un elefante traído expresamente para la ocasión y después de un traslado en que no falta el humor.
Alcohol, drogas ,sexo, música y el deseo de ser estrellas en aquel Hollywood dorado que todavía no había empezado a hablar y en el que tampoco faltaba el racismo.
Da la impresión que, en aquellos años veinte, no había un mañana. Todos, ejecutivos,productores, actores, directores, actrices, técnicos iban de fiesta en fiesta.
Eran muy jóvenes, menos de 30 años y ya manejaban millones de dólares. Los primeros veinte minutos de la película muestran una de aquellas fiestas entremezclando personajes y situaciones ficticias con otros reales como el magnate William Randolph Hearst o el productor Irvin Thalberg. Si «La ,La Land» nos acercaba al sueño de dos jóvenes para convertirse en estrellas en «Babylon», Damien Chacelle construye una película coral en ese Hollywood frenético que había dejado atrás la primera guerra mundial y donde cincuenta millones de espectadores, la mitad de la población de Estados Unidos, acudía todas las semanas al cine.
«Babylon» describe esas fiestas o el poder de la prensa amarilla y los sueños de los jóvenes, pero es sobre todo una película sobre el cambio, sobre como los tiempos se transforman y hay quienes se adaptan a los nuevos tiempos y quienes son incapaces de hacerlo. Aquí lo vemos en el paso del cine mudo al sonoro, en como actores adorados por el público eran incapaces de pronunciar dos frases seguidas o sus voces más que al dramatismo invitaban a la risa.
No es gratuito que la película abarque hasta 1952, el año de «Cantando bajo la lluvia», un homenaje al clásico de Gene Kelly que fue un enorme musical, pero sobre todo una sátira y un documento histórico de una época que ahora refleja » Babylon» , un homenaje al cine de siempre, pero también, una mirada crítica a la gran mentira de la industria.