Opinión
Aun estoy aquí. Crónica de una desaparición
En «Alcances», cuando lo dirigía Fernando Quiñones tuve ocasión de ver por primera vez algunas de las películas de aquel cine con la firma de Glauber Rocha, Nelson Pereira dos Santos, Rui Guerra o Carlos Andrade
El cine brasileño fue uno de los más valorados en festivales y entre la crítica durante finales de los años cincuenta y buena parte de los sesenta del pasado siglo. El « Cinema Novo» brasileño ,como otros movimientos surgidos en Europa, el «neorrealismo italiano» «la nouvelle ... vague» o el «Free Cinema» buscó la verdad en la gente de la calle y huyó de los artificios para mostrar las contradicciones de la realidad y si fuera necesario, ayudar a transformarla.
En «Alcances», en Cádiz, cuando lo dirigía Fernando Quiñones tuve ocasión de ver por primera vez algunas de las películas de aquel cine con la firma de Glauber Rocha, Nelson Pereira dos Santos, Rui Guerra o Carlos Andrade . Eran películas que, en España, se veían en algún festival o de las llamadas de arte y ensayo y solían ser criticas con el poder establecido al mismo tiempo que ponían el foco en los campesinos y en los migrantes llegados a las favelas de las grandes urbes como Rio de Janeiro y Sao Paulo. Hoy muchas de esas películas resultarían densas y aburridas, pero en su momento, obtuvieron un enorme prestigio internacional.
Muchos años después y tras una larga sequía, el cine brasileño encontró en nombres como el de Fernando Meiralles («Ciudad de Dios») o Walter Selles (Estación central de Brasil) dos cineastas con recorrido internacional participando en los principales festivales internacionales o Acudiendo a la llamada de Hollywood.
Este último fin de semana llegó a las salas españolas «Aún estoy aquí», ganadora del Goya de mejor película iberoamericana y candidata al oscar de mejor filme internacional. La película entra en el llamado cine político que recuerda las dictaduras militares en el cono sur de Americana Latina en los años setenta y. en este caso particular pone el foco en Brasil , país que ha sido menos reflejado en el cine que otras dictaduras como las de Argentina y Chile.
Brasil estuvo bajo una dictadura de 1964 a 1985 y como otras películas que tratan el tema como «El año que mis padres se fueron de vacaciones (2006), está ambientada durante el Mundial de 1970 en México, un acontecimiento que ayudó a acallar la represión ejercida por el régimen contra miembros de partidos de izquierda y más cuando Brasil, encabezado por Pelé, ganó el campeonato.
«Aún estoy aquí», dirigida por Walter Selles, se sustenta en un caso real, el del ex diputado brasileño Rubens Paiva detenido y posteriormente asesinado, aunque figuró como «desaparecido», durante un larguísimo periodo de tiempo.Selles se ha basado en el libro de memorias que Marcelo Paiva, uno de los hijos, publicó en 2015 y en su propia experiencia ya que con doce o trece años acudía con frecuencia a la casa de los Paiva en Río de Janeiro donde se apreciaba el espíritu abierto y participativo de todos los miembros de la familia que se implicaban por igual en cualquier cuestión que se plantease . Un día el padre fue detenido y ya nunca más volvieron a verle.
Cuando Eunice volvió a su casa se encontró con una situación nueva, con su marido «desaparecido» y al cargo de cinco hijos. Se convierte en una heroína silenciosa que, a pesar de estar rota interiormente se muestra inquebrantable llevando su situación con enorme firmeza y dignidad. Fernanda Torres da una lección de interpretación. Ganó el Globo de Oro y ahora aspira al Oscar.
Su lucha es el símbolo de otras muchas historias vividas por otras mujeres en América Latina. »Aún estoy aquí» reafirma el compromiso de Eunice Paiva y su compromiso para que el estado reconociera la autoría de la muerte de su marido, uno de los primeros desaparecidos en la dictadura brasileña. Una resolución que no llegaría hasta 2014, casi medio siglo después de que su marido «desapareciese»
En «Aún estoy aquí» no hay violencia explícita, es una película contenida en sus imágenes, pero si subyace la rabia y la impotencia ante el poder, una sensación que trasmite a los espectadores.
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