Opinión
Cine para todos
No cabe duda que en la posguerra quienes iban al cine querían soñar y borrar la pobreza y la miseria que sufrían en el día a día
En 'Surcos', esa obra maestra que dirigió José Antonio Nieves Conde en 1951, Chamberlain, un estraperlista sin escrúpulos, lleva al cine a su amante de turno y le dice: «Ahora lo que se lleva son las películas neorrealistas. Gentes de barrio, problemas sociales…»: Una vez ... finaliza la película, la amante le comenta a Chamberlain: «Que tostón de película…Vaya con los neorrealistas. Con lo bonita que es la vida de los millonarios».
No cabe duda que en la posguerra quienes iban al cine querían soñar y borrar la pobreza y la miseria que sufrían en el día a día. Hollywood era una auténtica 'fábrica de sueños' y una manera de evadirse de la realidad. El neorrealismo, en donde se encuadra la propia 'Surcos', recordaba esa Europa sórdida y en plena reconstrucción tras la II Guerra Mundial. España tenía su propia posguerra.
Aquella reflexión de la amante de Chamberlain es válida para todos cuantos organizamos ciclos o muestras cinematográficos. No es lo mismo proyectar una película compleja para estudiantes de cinematografía o espectadores que acuden con conocimiento de causa a un ciclo concreto que hacerlo para un público en general que asiste al cine para pasar un buen rato, aunque se trate de un dramón con todas las de la ley.
Quiero decir con esto que si organizamos un ciclo sobre Bergman o sobre el Novo cinema brasileiro el espectador que acude está avisado; pero si nos llevamos a un amigo a ver por ejemplo 'Antonio das Mortes', de Glauber Rocha sin avisarle previamente, es muy posible que rompamos nuestra amistad.
Los cinéfilos o quienes hemos visto millares de películas durante nuestra vida tenemos percepciones diferentes y seguramente equivocadas respecto a quienes acuden como espectadores a ver tal o cual cinta y debatirla posteriormente. Por mucho que apreciemos el cine mudo y la calidad de cineastas como Eisenstein, Méliès o Griffith, si elaboramos un ciclo en cualquier asociación o centro cultural sobre ellos, es muy posible que nos quedemos solos.
Woody Allen en 'Annie Hall', mientras hace cola para ver una película de Fellini junto a Annie (Diane Keaton) escucha a un presuntuoso que explica a su pareja lo maravilloso y filosófico del cine de Fellini. Allen, Alvin en la película, hace todo tipo de gestos sarcásticos sobre el pretencioso cinéfilo.
Seguramente, si en un ciclo programamos la estupenda 'La dolce vita' los espectadores nos lo agradecerán, pero si proyectamos otras de las películas del genial cineasta italiano como 'Ocho y medio' o 'Julieta de los espíritus' más de un asistente nos tachará de pedantes como le ocurre al personaje que comparte cola con Woody Allen.
Creo que hay que llegar al gran público y mostrar lo grande que es el cine con los maestros que nos hacen reflexionar, reír, llorar y entretener, pero es también importante elegir la película , tratar que no nos cieguen nuestros gustos personales y busquemos acercarnos a la mayoría. Desde luego no hay que mirar al cine comercial y a los llamados blockbuster y si confeccionar una programación en ciclos que puedan responder al interés de una mayoría .
'Surcos', en su época, sorteó la censura franquista y hoy está considerada una de las mejores películas de la historia del cine español e imprescindible en cualquier ciclo que trate sobre la emigración rural o la posguerra en España. Hoy , quién no la haya visto se sorprenderá y no tendrá necesidad de mirar atrás porque muchos de los males que apreciamos y vicios de la sociedad siguen vigentes en nuestros días.