opinión
La casa. Pasado y presente de una familia
Es una estupenda película que nos habla de un grupo tan arraigado en cualquier sociedad, como es la familia
Dirección acertada, guion sólido, diálogos apropiados, buena factura técnica y unas grandes interpretaciones son argumentos más que válidos para decir que «La casa» que, ha llegado a los cines este pasado uno de mayo, es una estupenda película que nos habla de un grupo tan ... arraigado en cualquier sociedad, como es la familia.
El valenciano Alex Montoya dirige esta adaptación de la novela gráfica de Paco Roca, dando movimiento en la pantalla a los personajes creados por el ilustrador. David Verdaguer, Óscar de la Fuente, Luis Callejo, Olivia Molina, María Romanillos, Lorena López, Marta Belenguer o Miguel Rellán, dan credibilidad y sobre todo naturalidad a los personajes que interpretan.
«La casa» cuenta cómo tres hermanos se ponen al día regresando a la casa de campo de la familia y de sus años de infancia y adolescencia , tras el fallecimiento del padre. La idea inicial es ponerla en venta, pero mientras esto ocurre, los hermanos y sus respectivas parejas asisten a un recorrido por el pasado, por los recuerdos que los mantuvieron unidos en torno a la figura del padre y a las diferencias que se han ido fraguando a lo largo de los años.
En el lugar en que pasaron los veranos hay un baúl de recuerdos en que cada libro, cada fotografía, cada mueble o cada canción que escuchamos es un trozo de los protagonistas y también de nosotros mismos recogiendo la casa de los padres fallecidos. Pasado y presente juegan a confundirse y como escribió el desaparecido escritor Fernando Marías, en el epílogo del libro de Paco Roca «el tiempo que se va».
«La casa» es una acertada descripción de los traumas familiares, de las frustraciones , de lo que pudo ser o no fue, pero, sobre todo, es una película que resulta conmovedora y con momentos que permiten, incluso, esbozar una sonrisa.
No es la primera familia, ni tampoco será la última que ocupe el centro del relato cinematográfico. En España, sin ir más lejos recordamos aquella comedia de la España de los puntos y las familias numerosos, llamada «La gran familia» y posteriormente aquellas familias desestructuradas que vimos en el documental sobre los Panero, «El desencanto», firmada por Jaime Chávarri o la ópera prima de Fernando León de Aranoa, «Familia».
Hay otra «Familia» en Italia con la firma de Ettore Scola, país, sobre todo en el neorrealismo, en que veíamos a aquellas familias ruidosas y extrovertidas comiendo en torno a la mesa enormes platos de pasta o si nos vamos a Hollywood tampoco pueden olvidarse a clásicos como John Ford que tuvo muy presente a la familia en filmes como «Las uvas de la ira» o «Qué verde era mi valle» ; o Frank Capra con aquella anárquica «Vive como quieras» o la enternecedora «¡Qué bello es vivir»!
Familias en torno a la mafia como la saga de «El padrino» ; el cine japonés de Ozu, con «Cuentos de Tokio» y otras películas que siguieron su estela o aquel musical que enamoró a generaciones llamado «Sonrisas y Lágrimas». La familia siempre ha ocupado un lugar destacado en el cine y esta «casa» de Alex Montoya no desmerece a otros grandes títulos que tienen el estamento familiar como columna vertebral del relato.