Editorial
La vileza de Daniel Ortega no puede quedar sin sanción
El tirano no se va a detener y quizá sea conveniente que se estudien sanciones contra su régimen
La vileza de Daniel Ortega despojando ahora de su nacionalidad a otros 94 nicaragüenses, además de los 222 que expulsó a EE.UU. hace unos días, parece no conocer límites. Los horribles abusos cometidos en Europa en el siglo XX hicieron que el derecho a gozar de una nacionalidad figurara en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Es cierto que convertir a alguien en apátrida no es hoy un crimen internacional, pero es una actitud tan reprochable, en la medida que destruye el vínculo moral, jurídico y político con la comunidad de origen de estas personas, que quizá debería considerarse que lo fuera. Esto no debe ser óbice para que la comunidad internacional se aquiete. España ha reaccionado mitigando el daño y ofreciendo la nacionalidad a los afectados, pero Ortega no se va a detener y quizá sea conveniente que se estudien sanciones contra el dictador y, particularmente, sobre los jueces que están cohonestado estas prácticas y se muestran orgullosos de ello.